“Iré a Puerto Rico el martes”, dijo el presidente Donald Trump a periodistas en la Casa Blanca, señalando que fijó esa fecha para no interferir con los esfuerzos de recuperación en ese territorio estadounidense.
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“Esa gente es muy importante para todos nosotros (…) Hemos mandado enormes cantidades de alimentos y agua”.
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Trump anunció el viaje mientras su gobierno es acusado de no asistir a Puerto Rico con la misma urgencia que lo hizo con Florida y Texas, dos estados fuertemente golpeados por huracanes en las últimas semanas.
Pero el mandatario estadounidense estimó que el envió de ayuda a Puerto Rico, por ser una isla, se hacía más complicado. Un poco antes, había aumentado los fondos federales destinados a las labores de socorro y reconstrucción.
Puerto Rico, un Estado Libre Asociado a Estados Unidos desde 1952, recibió el impacto de dos potentes tormentas, Irma y María, en apenas unas semanas. Los ciclones dejaron a la mayor parte de sus 3.4 millones de habitantes incomunicados, sin agua corriente ni energía eléctrica.
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El agua, la comida y el combustible escasean en la isla, y tanto residentes como autoridades han hecho pedidos de ayuda a Washington cada vez más desesperados.
“Es la vida o la muerte”, dijo Carmen Yulin Cruz, alcaldesa de San Juan, la capital puertorriqueña, donde viven unas 400 mil personas. “Hay personas que no tienen ni comida ni agua desde hace 14 días”, señaló Cruz.
