Tras 11 días de sentidos homenajes, el Reino Unido despidió, en un impresionante funeral de Estado, a la reina Isabel II, fallecida a los 96 años, tras más de siete décadas en el trono. Una estremecedora fanfarria de los trompeteros de la caballería de la casa real dio paso a dos minutos de silencio, observados en todos los rincones del país, de las calles a los parques y los bares donde muchos siguieron la ceremonia por televisión.
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En la Abadía de Westminster, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia Anglicana, alabó la vida de Isabel II: “Las personas que aman servir son infrecuentes en cualquier ámbito de la vida. Los líderes que aman servir son aún más infrecuentes. Pero en todos los casos, aquellos que sirven serán amados y recordados, mientras que quienes se aferran al poder y los privilegios son olvidados”, dijo. El Coro de la Abadía de Westminster y el Coro de la Capilla Real hicieron vibrar con sus cánticos a los 2 mil asistentes.
Tras el oficio religioso, el rey Carlos III y sus, hermanos Ana, Andrés y Eduardo, además de sus hijos, Guillermo y Enrique, siguieron a pie el féretro en una procesión de casi 2 kilómetros por el centro de Londres. El ataúd fue cargado sobre un carro de la Royal Navy que, al son de las marchas fúnebres de Beethoven, Mendelssohn y Chopin, fue tirado por decenas de marinos hasta al Arco de Wellington, en Hyde Park Corner.
Miles de personas esperaron desde primera hora de la mañana en el Mall, la célebre avenida que conduce al palacio de Buckingham, algunos con banderas británicas, para ver pasar el cortejo tras el funeral. Además, unos 500 líderes políticos y monarcas del mundo, entre ellos el presidente estadounidense, Joe Biden, y el brasileño, Jair Bolsonaro, se reunieron en Londres para homenajear a la difunta monarca.
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Entierro en Windsor
Al término de una misa íntima en la Capilla de San Jorge, situada en los terrenos del Castillo de Windsor, el féretro de la monarca fue descendido a la cripta donde reposan una larga lista de reyes británicos. Sin embargo, esta no sería su última morada.
En una ceremonia privada posterior, en presencia únicamente de la familia real, la reina sería enterrada en el “Memorial Jorge VI”, una pequeña capilla anexa donde ya reposan sus padres y las cenizas de su hermana, Margarita. Los restos de su esposo, el príncipe Felipe, fueron enterrados junto a ella, trasladándolos también desde la cripta, donde fueron descendidos tras su muerte en abril de 2021.
Unos 800 invitados, incluidos empleados de la difunta reina, asistieron a este último oficio religioso en que el lord chambelán, funcionario de mayor rango de la casa real, rompió su “vara de mando” y la colocó sobre el ataúd, simbolizando el fin del reinado de Isabel II. La corona imperial, el orbe y el cetro, símbolos de la monarquía que cubrían el ataúd, fueron retirados y colocados sobre el altar.
*Con información de AFP