El presidente Donald Trump visita este jueves a la frontera entre Estados Unidos y México, con el único objetivo de defender su promesa de un muro fronterizo con el país vecino.
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“¿Cuánta más sangre de estadounidenses tiene que ser derramada antes de que el Congreso haga su trabajo? Para quienes se niegan a un acuerdo en nombre de la seguridad fronteriza, yo les pediría que se imaginen si fuera su hijo, su esposo o su mujer cuya vida quedó totalmente destrozada y rota”, dijo el mandatario antes del viaje.
Pero en la frontera con México, trabajadores humanitarios tienen un mensaje para Trump: las cosas no son como él las presenta y las personas que cruzan hacia Estados Unidos no son principalmente asesinos y traficantes, como él sugiere.
“La verdad es que un gran porcentaje de la gente que entra al país, que pide entrar al país, no son criminales: son familias, niños, madres, que realmente piden protección”, dice la hermana Norma Pimentel, del Centro católico de ayuda humanitaria en McAllen, Texas.
El viaje del mandatario ocurre, además, solo un día después de que este decidiera abandonar las negociaciones con los líderes demócratas para poner fin al cierre parcial del gobierno, que afecta a unos 800 mil funcionarios federales.
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Y mientras las partes discuten sobre quién tiene la culpa por el fracaso del encuentro, los trabajadores (muchos de ellos enfrentados a una baja obligatoria sin goce de sueldo) esperan por la resolución del conflicto que los tiene en ascuas desde finales de diciembre.
Daños colaterales
En la fallida reunión del miércoles en Washington, Trump preguntó a los demócratas si acordarían dar los fondos para el muro fronterizo a cambio de que él termine con el cierre parcial del gobierno, a lo que Nancy Pelosi respondió que no.
Trump amenazó, entretanto, con declarar el estado de emergencia nacional, lo que le otorgaría medidas extraordinarias para sortear la venia del Congreso y obtener los fondos de los militares.
“Creo que podemos trabajar en un acuerdo y, si no, podemos tomar esa ruta”, dijo insistiendo en que tiene el “derecho absoluto” a utilizar esta herramienta, pensada para un estado de catástrofe como una epidemia o un ataque, pese a las advertencias desde el Congreso de que podría estar extralimitándose en sus funciones.
Para la oposición, la idea del muro es “inmoral”, además de costosa e ineficaz.
*Con información de AFP