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FOTO. La top model de los 80 que pasó de ganar millones a vivir como indigente

Nastasia Urbano, de 57 años, fue una supermodelo en la década de 1980, y cara de las mejores marcas, como Revlon e Yves Saint Laurent. Pero todo terminó cuando conoció al hombre del que se enamoró y la dejó en la ruina.

Nastasia Urbano encabezó campañas junto a top models como Linda Evangelista y fue el rostro del emblemático perfume Opium de Yves Saint Laurent, y cenó con Jack Nicholson y Andy Warhol en los años ochenta.

La exmodelo fue portada de Vogue y ganó un millón de dólares al año en el apogeo de su carrera, hoy vive en las calles de Barcelona.

A los 20 años, la belleza española ya había aparecido en las revistas más famosas, y se había mudado a Nueva York, donde fue contratada por la famosa agencia de modelos Ford.

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Disfrutó de un gran éxito a ambos lados del Atlántico y vivió una vida que la mayoría de las personas solo podían soñar.

"Hice todas las revistas, fui amada por todos. Me dieron un millón de dólares al año por solo 20 días de trabajo, por tres o cuatro años", relató. "Lo tenía todo, estaba viviendo como una reina".

La mujer de 57 años llegó a codearse con prominentes personalidades del jet set de Hollywood.

"Estaba cenando un día con Jack Nicholson, al día siguiente con Andy Warhol o incluso con Roman Polanski. Estuve en fiestas con Melanie Griffith, Don Johnson y Simon y Garfunkel", añadió.

Una realidad distinta

Según reveló en una reciente entrevista, su vida cambió después de conocer al hombre que se convirtió en su esposo y padre de sus hijos.

Pero finalmente él la dejó "sin nada más que la ropa que llevaba puesta". Y agregó : "Lo único bueno de esa relación han sido mis hijos, el resto fue horrible".

"Él pagó todo con mi dinero. Solo dos días después de conocerlo, quería que comprara un BMW y yo, como una tonta, firmé un cheque. Estaba enamorada", detalló.

Urbano, que sufre de depresión, fue desalojada varias veces por no pagar el alquiler. Ahora alterna entre dormir en los sofás de los amigos y en los vestíbulos de los bancos.

"Quiero vivir, no sobrevivir. Estoy cansada de pedir dinero. Quiero recuperarme como persona y estar bien, para que mis hijos puedan estar orgullosos de mí".

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