En ausencia de Lionel Messi, fuera de la convocatoria tras fracturarse el brazo, el uruguayo Luis Suárez cargó con la responsabilidad de ser esa figura determinante para el FC Barcelona este domingo.
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Los azulgranas recibían al Real Madrid, en un Clásico Español rodeado por un ambiente extraño, al ser el primero desde 2007 que se jugaba sin la presencia de Messi (lesionado) ni la del portugués Cristiano Ronaldo, quien abandonó la disciplina madridista en el verano para fichar por la Juventus.
No obstante, pese a no contar con los dos futbolistas más determinantes de los últimos años, las emociones no faltaron en el encuentro.
El Real Madrid, que arrastraba una racha negativa considerable, llegaba al partido con el técnico Julen Lopetegui en la cuerda floja, y con la obligación de sacar un resultado positivo si no quería alejarse de los primeros puestos de la tabla.
Pero las carencias defensivas volvieron a dejarle en evidencia, y el ataque azulgrana, comandado por Suárez, no tuvo piedad.
El uruguayo se dio un festín frente a la zaga blanca, especialmente en el segundo tiempo, anotando un triplete y liderando a sus compañeros hacia un resultado de escándalo.
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El sudamericano, además, se ganó el aplauso de muchos en el Camp Nou, no solo por su extraordinario juego, sino por su emotivo festejo tras el segundo gol, el cual dedicó a su tercer hijo, Lautaro, nacido esta semana.
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Tras vencer a Thibaut Courtois desde los once pasos, Suárez corrió hacia la tribuna y se levantó la camiseta, mostrando una playera que llevaba debajo, estampada con los rostros de sus tres retoños.
A las anotaciones de Suárez se sumaron la del brasileño Philippe Coutinho y la del chileno Arturo Vidal, con las cuales el Barcelona concretó la goleada de 5-1 sobre el eterno rival.