Después de 25 años en el fútbol profesional, Francesco Totti vivió el domingo en el Olímpico su último partido con la Roma, su equipo de toda la vida, que pierde a un emblema eterno.
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"Ya está. El momento ha llegado", declaró "Il Capitano", micrófono en mano y con lágrimas en los ojos, después de la victoria 3-2 ante el Génova, que permitió a los romanos ser subcampeones y clasificarse directamente para la fase de grupos de la próxima Champions League.
"Me quito esta camiseta por última vez, aunque no estoy preparado y no lo estaré nunca. Esta vez tengo miedo, no voy a tirar un penal. Esta vez os necesito".
Justo antes, Totti había dado una larga y lenta vuelta de honor. En la primera parte de la misma aguantó bien emocionalmente, pero luego se derrumbó y comenzó a llorar.
Antes del partido frente al Génova, la Curva Sur, donde se sitúan los ultras de la Roma, había desplegado un mosaico con un mensaje claro: "Totti es la Roma".
Las primeras pancartas ya se podían ver el jueves delante del Coliseo ("Te vas del campo únicamente para entrar en la leyenda") o el sábado en Trigoria, cerca del centro de entrenamiento giallorosso:
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"Para nosotros serás siempre un sol que nunca se oculta".
Hasta los vecinos y rivales del Lazio homenajearon al número 10 de la Roma con un mensaje en el Olímpico el pasado fin de semana, con motivo de un partido ante el Inter:
"Los enemigos de una vida saludan a Francesco Totti".
Totti creció en el centro de Roma y ha permanecido siempre en el mismo club, lo que le ha convertido en una persona muy querida.
"Este club y esta ciudad han sido mi vida. Siempre", escribió Totti al principio de la temporada en un largo texto, en el que declaraba una vez más su amor por los colores amarillo y rojo.
A partir de este domingo, la vida continuará en la Roma, pero nada volverá a ser igual.