La presencia del arzobispo peruano Juan Luis Cipriani en los actos fúnebres del Papa Francisco ha generado indignación, debido a las acusaciones de pederastia que pesan sobre él y a las sanciones impuestas por el Vaticano, que incluyen restricciones a su ministerio público.
En enero 2025, la Santa Sede confirmó que Cipriani enfrenta un “precepto penal” que le prohíbe:
- Participar en actos eclesiásticos sin autorización.
- Residir en Perú.
- Usar insignias cardenalicias.
Pese a esto, Cipriani ha sido visto en el Vaticano vistiendo hábitos de cardenal y, según reportes, incluso habría intentado influir en las reuniones previas al cónclave.
Organizaciones como la Red de Sobrevivientes de Perú denunciaron que su presencia “revictimiza al denunciante” y envía un mensaje contradictorio sobre el compromiso de la Iglesia con la “tolerancia cero” ante los abusos.
“Es imperdonable que se le permita estar aquí”, declararon en un comunicado.
Un hombre de 58 años lo acusa de haberlo abusado sexualmente en los años 80 en un centro del Opus Dei en Lima. Tras una investigación, el Vaticano le impuso sanciones en 2018, aunque nunca fue procesado penalmente.
El portavoz Matteo Bruni evitó profundizar: “El caso es conocido. Si no hay nuevas decisiones, saquen sus conclusiones”.