Hoy, 25 de junio, los guatemaltecos celebramos el día del maestro.
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Lo hacemos con alegría y en agradecimiento por sus enseñanzas, paciencia y dedicación a la niñez y la juventud. No hay duda alguna que en esta era en la que vivimos la educación de las nuevas generaciones es determinante. Celebración que permite hacer una reflexión sobre el aprendizaje y el docente del siglo XXI y cómo estamos en el mejor momento para realizar una conversión educativa.
En el año 1979 Alvin Toffler escribió el libro “La tercera ola”. Este futurólogo explicó lo que pasaría en el mundo. Él señalaba tres fases importantes en los últimos tiempos de la humanidad: la agrícola, la industrial y la de la información (o del conocimiento). Así como el pasar de ser nómadas a agricultores marca la primera era, la máquina de vapor la segunda, los medios digitales y la internet son determinantes de la tercera.
“El modelo ya no está basado en el que el maestro ‘enseña’ al alumno, sino en un docente que ‘aprende’ con él”.
Advirtió que a partir de la post Revolución Industrial se producirían nuevas relaciones en la economía, trabajo, familia, estilos de vida y comunicación.
¿Qué debiera de lograr la educación en esta época, qué papel juegan los docentes en el aprendizaje de los niños y los jóvenes, y cómo utilizar la tecnología? Según un estudio del BID del año 2012, el papel de la escuela debe coadyuvar a que los alumnos desarrollen las competencias y habilidades que les permitan ser creativos, innovadores, autocríticos y que puedan aprender por sí mismos durante su vida sin la necesidad de contar con un instructor en todo momento.
El estudio encontró que solamente uno de cada cuatro docentes en la región latinoamericana utilizaba cotidianamente la computadora, menos del 17% la usaba en la escuela, y seis de cada 10 docentes carecían de dirección de correo electrónico.
También señala que para que la tecnología pueda llegar a cumplir con el papel que le corresponde en la era del conocimiento, es necesario lograr políticas y programas integrales como parte de un nuevo modelo que cuente, al menos, con siete componentes: 1) La infraestructura y el equipamiento, 2) Los contenidos, 3) La formación docente, 4) Los apoyos técnicos y administrativos para la operación, 5) Las prácticas educativas, 6) Los incentivos para el uso, y 7) La evaluación de impacto sobre los aprendizajes.
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El modelo ya no está basado en el que el maestro “enseña” al alumno, sino en un docente que “aprende” con él. Los profesores deben dejar de ser instructores para convertirse en facilitadores que acompañan al alumno en el proceso de aprendizaje. La tecnología desempeña un papel fundamental. La formación docente es un eje central dentro del nuevo modelo, ya que su familiaridad con el uso de la tecnología es determinante para el acceso de los alumnos.
“Tenemos la posibilidad de concentrarnos en los alumnos, ya no tanto en las aulas”.
En Guatemala, hace más de una década, habíamos avanzado en el tema de tecnología en el aula. Se crearon más de mil escuelas demostrativas del futuro en la primaria con una modalidad innovadora que incluían computadoras. Se dotaron a todas las escuelas de secundaria de equipo de cómputo.
El programa “Abriendo Futuro”, del Ministerio de Educación, apoyó a más del 60% de los maestros del sector público para adquirir su computadora y se les capacitó para su uso.
Lograr que en los próximos años las escuelas públicas tengan internet y que cada alumno cuente con un dispositivo tecnológico no está fuera de la realidad.
La información se ha democratizado y hay grandes avances en el diseño y capacidades de los dispositivos (teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras portátiles), bajando cada vez de precio y siendo más accesibles. Podremos contar con educación a distancia y abarcar a los que están fuera de la escuela. Tenemos la posibilidad de concentrarnos en los alumnos, ya no tanto en las aulas.
La educación virtual es una realidad. Toffler tenía razón. El mundo está cambiando aceleradamente. Estamos pasando de la era analógica a la digital. Más de la mitad de los trabajos del futuro aún no existen, la comunicación es inmediata, la economía es global y competitiva y los gobiernos se descentralizan. La inteligencia artificial, el almacenamiento en la nube y el progreso de la ciencia son algunos ejemplos del avance exponencial de la tecnología. Esta es una ventana de oportunidad para Guatemala de crear una revolución educativa, diseñar y poner en práctica un modelo de aprendizaje que permita a nuestros niños y jóvenes tener éxito y desarrollarse en este siglo.
Exhorto a la sociedad y al gobierno a formular una propuesta e iniciar el cambio. Motivo a los maestros a inspirarse en sus alumnos y en sus hijos para esta transformación que el país necesita. ¿Qué opina del sistema educativo actual? ¿Cómo poner en marcha un proyecto para cerrar la brecha digital en el país? ¿Hace unos años se imaginó que existirían los teléfonos inteligentes?