Considerado uno de los hombres de confianza más cercanos a Xi Jinping, Li Qiang fue nombrado el sábado como nuevo primer ministro de China, al día siguiente de que el presidente obtuviera un inédito tercer mandato.
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El antiguo responsable del Partido Comunista en Shanghái, que supervisó los dos meses de caótico confinamiento anticovid la pasada primavera boreal, sucede a Li Keqiang, en el cargo desde 2013.
El dirigente de 63 años recibió casi todos los votos de los delegados reunidos en la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN), que la víspera habían reelegido por unanimidad a Xi para cinco años más como jefe de Estado.
La resolución de Xi designando a Li Qiang como primer ministro se leyó en voz alta en la enorme sala del Gran Palacio del Pueblo de Pekín, el sábado por la mañana.
Durante la votación, que se saldó con 2.936 votos a favor, tres en contra y ocho abstenciones, Xi y Li demostraron complicidad, con intercambios de sonrisas y cortesías.
Tras su nombramiento, juró con el puño derecho en alto y la mano izquierda sobre la Constitución “trabajar duro en la construcción de un gran país socialista moderno”.
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El primer ministro de China encabeza el Consejo de Estado. Sus funciones están vinculadas tradicionalmente a la gestión cotidiana del país y a la dirección de la política macroeconómica.
El ascenso de Li parecía peligrar después de su gestión del confinamiento de Shanghái, la ciudad más poblada y centro económico de China, cuyos habitantes tuvieron problemas para acceder a comida y cuidados médicos.
Pero esta mancha quedó de lado frente a la estrategia de Xi de rodearse de fieles en las altas esferas del poder, y en octubre fue impulsado a número dos del Partido Comunista.
Confianza de Xi a Li Qiang
A diferencia de la mayoría de sus antecesores, Li Qiang no dispone de experiencia en el gobierno central, pero ostenta un amplio bagaje en la administración local, al mando de las provincias costeras de Zhejiang y Jiangsu, en el este.
Li, que empezó su carrera como operario en una estación de bombeo de riego, fue jefe del gabinete de Xi cuando este dirigía el partido en Zhejiang entre 2004 y 2007.
Sus rápidas promociones desde entonces reflejan el alto nivel de confianza que le tiene el presidente chino y que lo llevaron en 2017 al cargo de secretario del partido en Shanghái.
Li Qiang asume la función de primer ministro en un momento de clara ralentización de la segunda economía mundial, debilitada por tres años de inflexible política “cero covid”.
Para 2023, el gobierno fijó un objetivo de crecimiento del PIB de “alrededor del 5%”, uno de los más bajos en décadas.
Su predecesor, Li Keqiang, economista de formación, vio sus proyectos de reformas económicas obstaculizados por la creciente autoridad de Xi.
“Es poco probable que Li Qiang tenga la autoridad necesaria para desarrollar más” esta vía reformista, dijo a AFP el politólogo Willy Lam, de la Universidad China de Hong Kong.
Sobre todo porque Xi Jinping “insiste en la necesidad de un control más estricto de la economía por parte del Estado y el partido”, al contrario de lo practicado desde el fin de los años 1970, señala Lam.
El sábado, los diputados también designaron a Zhang Youxia y He Weidong como vicepresidentes de la Comisión Militar Central, presidida por Xi, y a Zhang Jun en el cargo de presidente de la Corte Suprema.
Ying Yong, antiguo jefe del partido en la provincia de Hubei (centro), donde se identificaron los primeros casos de covid, fue ascendido a fiscal general de la Fiscalía Popular Suprema.
Además, Liu Jinguo se convierte en responsable de la Comisión Nacional de Supervisión, el órgano encargado de la lucha anticorrupción.