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La agonía de los circos; a dos años de la pandemia, luchan por sobrevivir

El 13 de marzo de 2020 se detectó el primer caso de Covid-19 en el país. A partir de esa fecha, la vida de muchos cambió. “De la pandemia aprendí a admirar la capacidad de sobrevivencia que tiene el ser humano porque, al final, todos sobrevivimos”, nos dice Erick Ponce, fundador del circo Chinaka.

Artistas del circo Chinaka Artistas del circo Chinaka

El 3 de agosto de 2020 representantes de 40 circos asistieron a la Plaza de la Constitución, en la zona 1 capitalina, para manifestarse y dar a conocer la difícil situación que atravesaban por no poder trabajar. El país había permanecido cerrado cinco meses a causa de la pandemia del Covid-19. Entre las medidas que fueron decretadas por el presidente, Alejandro Giammattei, para evitar el incremento de casos, se incluyó la suspensión de espectáculos públicos.

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De este grupo de personas sobresalía Erick Ponce, un hombre de 49 años, fundador del circo Chinaka, quien durante toda su vida tuvo la influencia de sus padres, dos artistas que encontraron su pasión en el espectáculo fundando el Circo Hermanos Ponce en 1946.

Desde niño, aprendió diversos actos como el globo de la muerte, péndulo, caminar en la cuerda floja, trapecio y últimamente ha incursionado en la comedia musical, tradición que busca seguir fomentando por generaciones. “Desde que tengo uso de razón, he vivido en una casa rodante, esto es lo que yo he construido, el circo, mi casa, mi vida”, le comentó a Publinews.

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En un acercamiento con Erick ese día en el parque, narró con desesperación la agonía que él y su familia atravesaban en ese momento, las medidas de restricción llegaron a la puerta del circo meses atrás. Con un toque de queda decretado, vio con sus propios ojos cómo fue decayendo la asistencia de personas al espectáculo de circo hasta ser totalmente nula.

En ese momento, el circo Chinaka estaba conformado por nueve personas entre primos, sobrinos, hermanos e hijos que dependían de la demanda artística.

Decidieron salir a las calles en horas permitidas y vender manzanas con caramelo, poporopos y uno que otro chiste en los semáforos, lograban juntar Q30, que eran utilizados para comida.

La mala fortuna no cesaba. Un compañero artista que durante 20 años lo acompañó en la aventura circense y a quien consideraba su hijo fue asesinado por pandilleros cuando robaron material y equipo de circo mientras él dormía cuidando las pertenencias en Villa Nueva.

Además, semanas antes, el propietario del terreno donde había permanecido durante meses le pidió desalojar el lugar por falta de pago, los bajos ingresos que recaudaban como familia apenas les alcanzaba para comer y no para permanecer en el lugar.

Días después logró trasladar el circo a un terreno de seis metros cuadrados a la orilla de un barranco de más de sesenta metros de profundidad, que le fue otorgado temporalmente por la Alcaldía Auxiliar de Mixco.

El circo constaba de cuatro casas rodantes y un vehículo para publicitar sus funciones.

Funciones vía Zoom

La preocupación no dejaba de invadir sus vidas. Todos tenían la necesidad de continuar actuando y luchaban por sobrevivir con los pocos recursos que tenían. Algunos buscaron trabajos alternos.

Se les ocurrió realizar funciones de fines de semana vía Zoom. El boleto era vendido por Q20.

El día del show, en una hora, los artistas preparaban el escenario. Un espacio de cuatro metros cuadrados en el que improvisaban una pequeña carpa de circo, con lonas aseguradas a las casas rodantes y los árboles en donde el público eran los mismos artistas. Esto motivó a Erick y a su familia a seguir luchando por continuar actuando.

“La idea principal no era que nos regalaran el dinero. La primera vez que salimos nuevamente, la mayoría de los artistas estaban llorando, había muy poca gente y se vendieron solamente tres boletos para ver el show”, expuso Ponce.

Mientras realizaba los últimos ajustes de audio, recibe la visita de sus dos nietas de 9 y 10 años y de su hija Ericka. Juntas, tienen un número de danza con anillos en la función que se dará esa noche en el ya improvisado espacio.

Lecciones de vida

Al final de la función, logró vender cuatro boletos, equivalente a Q80. Eso les serviría para comprar comida, dividirla entre todos y seguir sobreviviendo los siguientes cinco días que no se realiza show.

Así volvía la incertidumbre que la pandemia les ha ocasionado.

El año 2020 dejó grandes lecciones a Erick. Como encargado de la familia, reconoce que ha sido duro enfrentar los obstáculos por la falta de asistencia de personas a los espectáculos de entretenimiento.

Sin embargo, a pesar de todo lo vivido, mantiene viva esa sonrisa que sostiene la esperanza de que tendrán un mejor futuro.

“Tantas limitaciones no nos dejan ser feliz, de la pandemia aprendí a admirar la capacidad de sobrevivencia que tiene el ser humano porque, al final, todos sobrevivimos, aunque no todo en el circo han sido risas”, enfatizó.

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