A los 56 años, la dinámica y belicosa exsenadora demócrata de California permitió que Joe Biden, de 78 años, obtuviera el apoyo de un electorado más diverso que buscaba estar mejor representado en la cima del poder.
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Tanto es así que algunos dijeron que no votaron por Biden sino por ella, una abogada de padre jamaicano y madre india.
Vestida de blanco, en recuerdo a las sufragistas, Kamala Harris dio su discurso de victoria en noviembre rindiendo un emocionado homenaje a su madre y a quienes “sacrificaron tanto por la igualdad, la libertad y la justicia para todos”.
“Pienso en ella, en las generaciones de mujeres, negras, asiáticas, blancas, latinas, nativas americanas, que abrieron el camino”, lanzó.
Y saludando la “audacia” de Joe Biden al haberla elegido, prometió: “Podré ser la primera mujer en este cargo, pero no seré la última”. “Porque cada niña que me está mirando esta noche ve que este es un país de posibilidades”, añadió.
Activa
Durante la campaña, esta exfiscal llamó incansablemente a una movilización histórica, denunciando los intentos de obstruir el voto en los estados tradicionalmente republicanos.
“¿Por qué creen que tanta gente poderosa (…) está tratando de impedirles que voten?”, preguntó a una audiencia de jóvenes electores afroestadounidenses en la sureña Georgia. “Ellos saben del poder que ustedes tienen”, respondió.
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Tras la ola histórica de indignación contra el racismo y la violencia policial, prometió junto a quien fuera vicepresidente de Barack Obama “erradicar” las injusticias.
Siempre con tapabocas para protegerse del coronavirus y respetando la distancia social como Biden, Harris hizo una campaña más activa que el septuagenario, en la que se la pudo ver bailar o hablar con clientes de los cafés, siempre al aire libre por el covid-19.
Pionera
Con una carrera brillante, digna del mejor “sueño americano” a pesar de capítulos controvertidos, Harris soñaba con convertirse en la primera mujer negra presidenta de Estados Unidos.
Finalmente se postuló a la vicepresidencia pero, sin duda, con la mirada puesta en las elecciones presidenciales de 2024 y con la esperanza de romper entonces el techo de cristal definitivo.
Harris acumula ya varios títulos de pionera.
Creció en Oakland, donde su padre, profesor de economía, y su madre, investigadora del cáncer de mama ya fallecida, eran activistas de los derechos civiles.
Graduada de la Universidad Howard, fundada en Washington DC para acoger a estudiantes afroestadounidenses en medio de la segregación, recuerda regularmente su membresía en la asociación de estudiantes negros “Alpha Kappa Alpha”.
Después de dos mandatos como fiscal en San Francisco (2004-2011), fue elegida dos veces fiscal general de California (2011-2017), convirtiéndose en la primera mujer, pero también la primera persona negra, en encabezar los servicios judiciales del estado más poblado del país.
Después, en enero de 2017, prestó juramento en el Senado en la capital estadounidense como la primera mujer del sur de Asia y la segunda senadora negra de la historia.
Como vicepresidenta tampoco abandonará definitivamente la Cámara Alta: según la constitución, ella podrá inclinar la balanza en caso de igualdad previsible en las votaciones del Senado, que desde este miércoles tiene 50 legisladores demócratas contra 50 republicanos.
“Lista para ser presidenta”
Sus rigurosos interrogatorios a los candidatos de Donald Trump en las audiencias de confirmación le hicieron famosa en el Senado.
Pero fue durante uno de los debates de las primarias demócratas -cuando se enfrentó al propio Biden, atacándolo por sus posiciones pasadas con respecto a las políticas de desegregación racial en la década de 1970-, cuando llamó la atención de más gente.
Su relato de cómo, cuando era pequeña, estaba en uno de los autobuses que llevaban escolares negros a barrios blancos, emocionó a la audiencia y le hizo crecer brevemente en las encuestas.
Sin embargo, acabó tirando la toalla de la carrera presidencial. Su experiencia en los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, y su cercanía con Beau Biden, hijo de Joe y exfiscal de Delaware que murió de cáncer en 2015, convencieron a su exrival para elegirla como su compañera de fórmula.
Biden se benefició también de su imagen de mujer moderna, “Momala” de los dos hijos de su marido, orgullosa de su familia mixta y ensamblada con el abogado blanco Douglas Emhoff, quien también participó activamente en la campaña presidencial.
Pero el pasado de Harris como fiscal también pesa en su contra. Votantes negros y progresistas deploran su reputación de dureza, en particular al castigar estrictamente delitos menores que, según sus detractores, han afectado principalmente a las minorías.
Frente a Mike Pence, en el único debate de los candidatos a vicepresidentes, atacó varias veces el manejo del gobierno de la crisis del coronavirus, que calificó como “el mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia” del país.
Al día siguiente, el todavía presidente Donald Trump la llamó “monstruo”.
“No hago comentarios sobre observaciones pueriles”, reaccionó Harris.
A su lado, Biden se indignó por las afirmaciones “vergonzosas” del ahora exmandatario. Antes de elogiar a su compañera de fórmula: “Es una de las mejores personas que he conocido. Es alguien que está lista, desde el primer día, para ser presidenta de Estados Unidos”, aseguró.