Donald Trump atacó duramente este martes a sus rivales demócratas, a los que acusó de llevar a cabo el "mayor abuso de poder de la historia" de Estados Unidos, después de que lanzaran investigaciones parlamentarias que amenazan con lastrar sus dos últimos años de mandato.
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"Emprenden una gran cruzada desesperada en busca de un delito, a pesar de que el verdadero delito es lo que hacen los demócratas", denunció Trump en Twitter, donde también se calificó a sí mismo de "PRESIDENTE ACOSADO".
Los demócratas, que retomaron en enero la mayoría en la Cámara de Representantes, tienen ahora el control de poderosas comisiones y la facultad de comenzar investigaciones, una posibilidad que parecen dispuestos a aprovechar al máximo.
El lunes anunciaron pesquisas sobre temas tan diversos como las sospechas de connivencia entre Moscú y el equipo de campaña del multimillonario republicano en las presidenciales de 2016, los pagos para acallar a supuestas amantes, y el análisis de las actividades de su empresa familiar, la Organización Trump.
En una avalancha de cartas, la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes solicitó información a 81 personas y entidades vinculadas a Trump, incluidos dos de sus hijos y su yerno, Jared Kushner.
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En sus pedidos exigieron documentos que podrían arrojar luz sobre una posible obstrucción de la justicia y un abuso de poder por parte de la administración y del propio mandatario.
Y otras tres comisiones solicitaron a la Casa Blanca los informes detallados sobre los encuentros e intercambios entre Trump y su homólogo ruso, Vladimir Putin, mantenidos en secreto hasta el momento.
Los demócratas ya no están dispuestos a esperar las conclusiones del fiscal especial Robert Mueller, que lleva más de dos años investigando la cuestión rusa.
Las diferentes pesquisas pueden ser complementarias, explica la oposición
¿Derrota sobre la emergencia nacional?
La Casa Blanca, indignada por esas iniciativas, acusó a los demócratas de querer "desviar la atención de su programa radical", en referencia a la orientación izquierdista de cada vez más miembros del partido.
Existe el riesgo de que los demócratas vayan demasiado lejos y cansen, o incluso indignen, al electorado moderado antes de las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre de 2020.
El propio Trump parece convencido de que eso es lo que ocurrirá.
Este martes recordó en Twitter su inmensa tasa de popularidad entre los republicanos, superior al 90 %, aunque sin citar la fuente de ese dato.
De momento, los líderes demócratas insisten en que no van a presentar un proceso de destitución o "impeachment", contra el presidente.
Tal vez recuerden el "impeachment" lanzado contra Bill Clinton por los republicanos a finales de los noventa.
El Senado acabó absolviendo al presidente demócrata y, en las siguientes elecciones parlamentarias, fueron los republicanos quienes perdieron escaños.
Trump cuenta con el apoyo del Senado, que sigue en poder de los republicanos. Pero la Cámara Alta se divide cuando el presidente toma sus decisiones más controvertidas y, sobre todo, cuando pretende atribuirse las prerrogativas del Congreso.
Esto podría impedir la financiación del tramo de muro que el presidente quiere levantar en la frontera con México para luchar contra la inmigración ilegal.
Para lograr los fondos necesarios, Trump declaró una situación de emergencia nacional, una medida excepcional que le permite evitar la aprobación del Congreso, el único que tiene la potestad de asignar presupuesto en tiempos normales.
Tras haber intentado disuadir al presidente, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, reconoció el lunes que hay suficientes rebeldes entre sus filas para bloquear la financiación del muro, durante una votación cuya fecha aún se desconoce.
La Cámara de Representantes ya adoptó esa resolución de desaprobación. Un rechazo del Senado obligaría a Trump a imponer su primer veto presidencial si quiere salvar su proyecto de muro.