El volcán Soputan entró en erupción el miércoles, expulsando una nube de cenizas hasta 4 mil metros de altura en Indonesia.
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El coloso está ubicado a unos mil kilómetros de Palú, en la misma isla de Célebes que el pasado viernes quedó devastada por un terremoto de 7.5 grados y un posterior tsunami. Los desastres dejaron unas 1,400 víctimas, según autoridades locales.
No obstante, expertos aseguran que la erupción del Soputan no presenta riesgo para la población. "La gente debe estar tranquila, permanecer a más de cuatro kilómetros del cráter y llevar una mascarilla" pero "no deben evacuar de momento", indicó la Agencia de Gestión de Situaciones de Emergencia.
Kasbani, que emplea solo un nombre y dirige el Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos, dijo que la actividad del volcán se había incrementado desde agosto y comenzó a despuntar el lunes. "Es posible que el sismo acelerase la erupción", agregó.
Cifra de muertos, en aumento
"El balance total es de 1,407 muertos", indicó en rueda de prensa Sutopo Purwo Nugroho, portavoz de la agencia de gestión de catástrofes. Un balance anterior hablaba de 1,374 muertos y 113 heridos.
Las autoridades se dieron hasta el viernes (una semana después de la catástrofe) para encontrar sobrevivientes. Pasada esa fecha, las posibilidades serán prácticamente nulas.
Los equipos de rescate se concentran en algunas zonas alrededor de Palu, una ciudad de la costa golpeada de lleno por el tsunami, y especialmente en el hotel Roa Roa, donde aún habría unas 60 personas sepultadas bajo los escombros. También trabajan en un centro comercial, un restaurante o en el barrio de Balaroa, donde la fuerza de la sacudida dejó el suelo hecho trizas.
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Para algunos de los supervivientes, el horror de experimentar un desastre de tal magnitud son difíciles de borrar y entender.
"Vi las olas venir y barrer con todo: construcciones, fábricas, almacenes y algunas personas que desaparecieron, mientras corrían de las olas, algunas de ellas mujeres y niños", relató Khairul Hassan, un fabricante de muebles local. "Además, los trabajadores del almacén quedaron atrapados bajo las mercancías, todos barridos por el mar. Es trágico. Es aterrador recordarlo".
Cinco días más tarde, la ayuda llegaba lentamente a las zonas de la isla, en el centro de Indonesia. Las víctimas estaban cada vez más desesperadas tras haber quedado sin alimentos, agua, combustible y medicamentos.
Las provisiones, no obstante, todavía no llegaron a las zonas más afectadas fuera de Palu.
Más de 25 países ofrecieron asistencia después de que el presidente de Indonesia, Joko Widodo pidiera ayuda internacional. Sin embargo, poco ha arribado a la zona de desastre, y los residentes, cada vez más desesperados, empezaron a saquear comercios en busca de víveres.
"Tenemos que hacer esto porque no hay ayuda del gobierno", explicó Zaitun Rajamangili, de 41 años, quien dijo que su vivienda quedó destrozada pero su familia sobrevivió.
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*Con información de AFP y AP