"A mediodía (local) de hoy, hay 832 muertos", anunció el domingo Sutopo Purwo Nugroho, portavoz de la agencia de gestión de catástrofes de Indonesia. "El número de fallecidos seguirá aumentando (…) Hoy comenzarán los entierros masivos de las víctimas, para evitar que se propaguen enfermedades", añadió.
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El nuevo balance casi duplica el anterior, de 420 muertos.
"Es muy duro", contó Risa Kusuma, una madre de 35 años que mecía a su hijo en un centro para refugiados de Palu. "La ambulancia trae nuevos cadáveres cada minuto (…) no hay mucha agua y se saquean las tiendas en todas partes".
La mayoría de las víctimas se registraron en Palu, una ciudad de 350 mil habitantes en la costa occidental de la isla de Célebes, según la agencia de gestión de desastres. Pero las autoridades y las oenegés se preocupan también por la situación en la región de Donggala, más al norte.
Tom Howells, director del programa Save The Children, señaló que la cuestión del acceso a las zonas afectadas es un "gran problema" que dificulta los rescates.
"Las organizaciones de ayuda y las autoridades locales se esfuerzan por alcanzar varias comunidades alrededor de Donggala, donde se prevé que habrá grandes daños materiales y posibles pérdidas de vidas humanas a gran escala", explicó Howells.
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Los hospitales no daban abasto con la llegada de víctimas y muchos heridos tenían que ser atendidos al aire libre. Algunos establecimientos quedaron, además, deteriorados a raíz del sismo.
Aviones cargados de material y de comida aterrizaron en el aeropuerto de la ciudad.
La agencia de gestión de desastres estimó que había 71 extranjeros en Palu cuando se produjo en terremoto, y la mayoría están a salvo.
Superviviente
Los socorristas buscaban supervivientes entre los escombros de un hotel, que podía albergar a un máximo de 150 personas, y un centro comercial que se derrumbó con el terremoto.
"Anoche logramos sacar a una mujer viva del hotel Roa-Roa y hemos oído gente que pedía ayuda", indicó el jefe de los servicios de emergencia, Muhamad Syaugi.
El presidente indonesio, Joko Widodo, llegó el domingo a Palu. "Les pido (…) que se preparen para trabajar día y noche y proceder a la evacuación", dijo ante las tropas desplegadas en la zona para ayudar en la búsqueda de supervivientes.
El sismo de 7.5 grados que sacudió la isla de Célebes el viernes, y la posterior ola de 1.5 metros que rompió contra la costa, dejaron autos destrozados, edificios en ruinas, árboles arrancados y postes eléctricos caídos en Palu.
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Tras la catástrofe, la gente buscaba sobre todo comida y un lugar donde cobijarse. Numerosas personas formaban largas filas de espera para obtener agua potable o fideos instantáneos.
*Con información de AFP