Stephen Pursell, un afable policía de 53 años, está al frente de una pequeña comisaría en la diminuta localidad de Birdsville, una aldea pérdida en el centro de Australia.
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En ese paisaje rojo y naranja, que recuerda la superficie de la luna y bordea el desierto de Simpson, sus principales compañeros son el polvo, las moscas, los camellos salvajes, los perros errantes y las serpientes mortales.
El agente Pursell reconoce que su jurisdicción, del tamaño de Reino Unido, es "bastante grande". Tarda cuatro días para cruzarla en coche, pero le encanta el reto.
"Ese trabajo surgió y pensé: \'qué sitio tan emblemático de Australia\' (…) Así que presenté mi candidatura".
Fue hace dos años. Su mujer, Sharon, y él dejaron atrás las aguas azules de la Sunshine Coast, unos mil 600 kilómetros más al este, para instalarse en medio de una extensión de arena salpicada de dunas en las que no crece casi nada.
La región no le gusta a todo el mundo. Las temperaturas diurnas pueden superar los 40ºC. Los vientos pueden provocar tormentas de arena que ocultan el sol y transforman el día en noche.
"Hay que vivirlo para apreciarlo. Es un lugar asombroso", dice el policía. El año pasado, un vídeo en el que se le veía freír un huevo en el capó de su todoterrano tuvo éxito en Internet.
Camello al curry
Birdsville apenas tiene un centenar de habitantes. Solo hay un bar, que también hace las veces de hotel, un comercio en el que la gente puede comprar gasolina y productos básicos, y una panadería que vende pasteles de camello al curry.
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En el trabajo, la "criminalidad no es un problema", admite Pursell. Su misión consiste principalmente en prestar auxilio a la gente en caso de emergencia.
"Lo que hacemos, sobre todo, es garantizar que la gente llega aquí de forma segura y vuelve a casa de forma segura. Las averías de coches, los problemas médicos, los accidentes. Hay que estar listo para reaccionar ante todas esas cosas".
Los accidentes más frecuentes son los de coches que dan vueltas de campana.
Debido a la inmensidad de la zona, la contribución de la población local es clave. El agente Pursell se desplaza a veces en sus misiones con una enfermera, un guardabosques aborigen y un mecánico, entre otros.
También coopera con sus colegas policías que están a centenares de kilómetros o con los ranchos ganaderos que le ayudan a localizar a los viajeros.
Pero, por sorprendente que parezca, Pursell no se queja de la soledad. Cuando la prensa local lo presentó como el policía más solitario de Australia, este se dio cuenta de que la gente iba a verlo a la comisaría para hablar con él.
"La gente venía solo para charlar porque creía que estaba solo. Nunca nos hemos sentido solos aquí. Es una ciudad estupenda".
La región se anima, sin embargo, dos veces al año: durante las centenarias carreras de caballos de Birdsville, famosas en toda Australia, y el Big Red Bash, un festival de música.
Ambos eventos atraen cada uno más de 6 mil turistas que viajan durante horas, incluso días, en todoterrenos o pequeños aviones para llegar a Birdsville.
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