"Prometo cumplir lealmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representado por el Parlamento de Cataluña", dijo Quim Torra este jueves, utilizando la misma fórmula que su antecesor, Carles Puigdemont.
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Llamó la atención que Torra evitó mencionar la Constitución durante su discurso. Torra tampoco prometió fidelidad al Estatuto de Autonomía de Cataluña, la norma básica que regula el autogobierno regional.
Apareció, además, custodiado únicamente por una bandera catalana, sin la bandera española ni el retrato del rey Felipe que marca el protocolo.
Con esta toma de posesión se pone fin a casi siete meses sin presidente en esta región nororiental, controlada directamente por el gobierno de Mariano Rajoy desde el cese a Puigdemont en octubre.
Para Torra, ese cese no fue lícito y el "presidente legítimo" de Cataluña sigue siendo Puigdemont, a quien visitó el martes en Berlín, en su primer acto tras ser elegido por el Parlamento catalán.
Primer choque con Madrid
La ceremonia, con un formato muy austero para evidenciar el carácter excepcional de su presidencia, provocó su primer encontronazo con el gobierno español, que terminó por no enviar ningún representante.
"Se le ha intentado imponer el nivel de la delegación gubernamental", denunció una fuente del gobierno de Rajoy para explicar la decisión.
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"El modelo modelo de acto organizado (…) degrada la propia dignidad de la institución".
El evento se celebró en una sala secundaria del palacio del gobierno catalán, en vez del elegante salón de San Jorge, donde se ha hecho siempre, solo con la presencia de algunos familiares de Torra; el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent; un alto funcionario del gobierno y el jefe de la policía catalana.
Como deferencia hacia Puigdemont, Torra no se colocó el medallón simbólico con la bandera catalana que se impone a todos los presidentes.
Torra llevó también una cinta amarilla en el ojal, símbolo del apoyo a los dirigentes separatistas presos en cárceles españolas desde el referendo independentista proscrito del año pasado, y la fallida (e ilegal) declaración unilateral de independencia.
La disputa sobre el futuro de Cataluña sumió a España en su peor crisis política en décadas. Los tres partidos políticos más votados a nivel nacional mantienen una posición unificada contra la secesión.
*Con información de AFP y AP