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Exguerrilleros afrontan su primera prueba electoral en Colombia

Los colombianos eligen este domingo un nuevo Congreso que podría quedar bajo control de la derecha más opuesta al pacto de paz con las FARC, que debutan en las urnas como partido político.

Nunca antes en 50 años los millones de votantes de Colombia habían ido a las urnas sin la amenaza de los grupos rebeldes.

Aunque tiene garantizada una pequeña representación en el próximo parlamento bicameral (10 de 280 escaños), la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), el partido surgido del desarme de los rebeldes comunistas, se medirá por primera vez en unas votaciones.

Sin chance en las encuestas, el que fuera el grupo rebelde más poderoso de América solo participará en estas legislativas tras abandonar la carrera por la presidencia, a raíz de la delicada enfermedad coronaria de su líder y candidato, Rodrigo Londoño, alias "Timochenko".

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"Estas elecciones serán las más tranquilas, las más pacíficas que los colombianos hemos tenido en nuestra historia reciente", destacó el presidente Juan Manuel Santos, tras votar en el centro de Bogotá.

Este domingo, los exguerrilleros marxistas se someten a las reglas de la democracia, tras décadas de sabotear comicios, secuestrar y matar candidatos.

Y aunque serán unas elecciones legislativas cargadas de simbolismo para los 7 mil exguerrilleros desarmados el año pasado, las fuerzas de la derecha, en cabeza del expresidente y senador Álvaro Uribe, podrían ser las protagonistas.

¿Modificar la paz?

Las encuestas proyectan el triunfo del Centro Democrático, el partido de Uribe, y de otros movimientos que prometen modificar el acuerdo firmado con las FARC a finales de 2016.

El exmandatario se perfila como uno de los senadores más votados y, si se confirman los pronósticos, la derecha pasará a ser mayoría en el Congreso, con un añadido: la izquierda llega fragmentada y con el riesgo de perder su representación.

Además enfrenta uno de los males crónicos de la democracia colombiana donde el voto es voluntario: una abstención que ha rondado el 60 % en los últimos años.

Aunque difícilmente podría reformar lo sustancial del acuerdo de paz, la victoria de Uribe y sus potenciales aliados genera incertidumbre frente a la implementación del sistema de justicia pactado con la exguerrilla para atender a las cientos de miles de víctimas de la guerra.

 

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