El presidente Donald Trump posó su mano en el Muro de los Lamentos y, siguiendo la tradición, colocó un trozo de papel entre las piedras. Los fieles suelen escribir oraciones o votos en los mensajes que dejan en ese lugar.
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El mandatario estadounidense escribió luego unas palabras en un gran libro destinado a ese fin.
Ningún responsable israelí lo acompañó en su visita al Muro. Su presencia habría podido ser interpretada como un reconocimiento por Estados Unidos de la soberanía de Israel en este lugar, y Washington piensa que el estatuto diplomático de Jerusalén aún tiene que negociarse.
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El Muro de los Lamentos se encuentra en Jerusalén este, la parte palestina de la ciudad santa ocupada por Israel en 1967 y anexionada en 1980.
Israel considera Jerusalén como su capital "indivisible", mientras que los palestinos quieren convertir Jerusalén este en la capital del Estado al que aspiran.
Melania e Ivanka Trump, esposa e hija del mandatario, se dirigieron a la parte reservada para las mujeres en el Muro.
It was deeply meaningful to visit the holiest site of my faith and to leave a note of prayer.
— Ivanka Trump (@IvankaTrump) May 22, 2017
📷 Associated Press (AP) pic.twitter.com/9xzpZQywL2
Previo a esta visita histórica en el lugar de rezo más sagrado para los judíos, Trump y su familia habían visitado el Santo Sepulcro, el sitio más sagrado del cristianismo, situado también en Jerusalén Este.