En un discurso muy esperado, el presidente Donald Trump llamó a aislar a Irán, al que acusó de alimentar "los incendios de los conflictos sectarios y del terrorismo", para gozo de las monarquías sunitas del Golfo, entre ellas Arabia Saudí, que temen la influencia de su gran rival chiita.
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El mandatario estadounidense afirmó ser portador de un mensaje de "amistad, esperanza y amor", en unas declaraciones que contrastaron mucho con la retórica de su campaña para las presidenciales, en la que llegó a afirmar que el islam odiaba a Estados Unidos.
Ante los representantes de unos 50 países musulmanes, Trump, cuyo país combate desde 2014 al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak, insistió en la necesidad de que los países del Golfo y Oriente Medio desempeñen un papel más activo en la lucha antiterrorista, asegurando que llegó la hora de "afrontar verdaderamente la crisis del extremismo islamista".
La expresión es notablemente diferente del "terrorismo islámico radical", que usaba Trump habitualmente durante su campaña electoral, y que provocaba recelo en el mundo musulmán.