Después de recibir al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en febrero, el magnate devenido en pacificador en jefe recibirá a Mahmud Abas por primera vez desde que asumió el poder.
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"El objetivo final del presidente es establecer la paz en la región" del Medio Oriente, dijo el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer.
Este esfuerzo de largo alcance, que se ha escapado de las manos de los presidentes estadounidenses desde la década de 1970, tuvo un comienzo difícil en el gobierno de Donald Trump.
Trump abandonó el apoyo estadounidense de un estado palestino y prometió instalar la embajada norteamericana en Jerusalén, rompiendo con dos principios de la política estadounidense durante décadas.
El vicepresidente Mike Pence dijo el martes que Trump seguía "considerando seriamente trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén".
Esta medida probablemente desataría la furia de los palestinos y es vista privadamente por muchos en las esferas de seguridad de Estados Unidos e Israel como innecesariamente inflamatoria.
Al mismo tiempo, Trump ha instado a Israel a detener la construcción de asentamientos en Cisjordania, una preocupación de larga data de los palestinos y de parte de la comunidad internacional.
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Pence declaró que Trump está "personalmente comprometido en resolver el conflicto de israelíes y palestinos" y se está logrando un "avance valioso".
"El impulso está haciéndose y la voluntad está creciendo", dijo Pence en un acto por el día de la Independencia de Israel en la Casa Blanca.
Abas emprendió el viaje a Washington mientras es impopular en casa, con encuestas mostrando que una mayoría de los palestinos quiere que el mandatario de 82 años renuncie.