Muchos pensaron que la carrera de Meg Ryan se hundió por los excesos de cirugías que la dejaron irreconocible.
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Ahora sale a la luz que esa no fue la verdadera razón por la cuál cayó su carrera en desgracia.
Se dio a conocer como Sally en “Cuando Harry conoció a Sally” (1988) y demostró que las chicas buenas también pueden ser osadas.
Tras varios éxitos, ella era la reina de pantalla grande, la Doris Day de esta generación.
La chica favorita Estados Unidos se había casado en 1991 con el actor Dennis Quaid, con quien tuvo un hijo.
Todo encajaba, todo era como debía ser:Era una buena mujer, casada y madre de familia que contaba historias románticas para volver a tener fe en el amor.
¡La infidelidad!
Lo que pasó estuvo lejos de ser un ingenuo romance. En 2000 filmó “Prueba de vida” junto a Russell Crowe, pero a nadie le importó lo que vio en la gran pantalla porque la verdadera historia sucedía detrás de escena.
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La actriz mantenía un romance con el australiano. La aventura la llevó a divorciarse de Quaid.
La infidelidad del año no solo acabó con un largo matrimonio, también hizo trizas la imagen de la actriz, enterrando para siempre ese estereotipo con el que todos la asociaban y que había conquistado a medio mundo desde la gran pantalla.
En la revista "Vanity Fair", Guillermo Alonso analizó lo sucedido y dio con las palabras justas para sintetizar lo que pasó:
“La sensación era que Meg no había engañado a su marido, sino a Estados Unidos. Traición a la patria. La novia de América fornicando con un australiano”.
En 2001, Ryan volvió a la comedia romántica con “Kate and Leopold”, pero lejos estuvo de ser un gran éxito. Lo siguiente no tuvo mayor trascendencia.
Entre 2001 y 2016, solo filmó 10 películas. No fueron solo las cirugías, fue el precio de una infidelidad que nadie le perdonó.