La comentarista de Miss Universo para TNT, Daniela Giacomo, habla sobre la evolución del certamen de belleza más visto en el mundo así como los retos que las 86 participantes enfrentarán este fin de semana.
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- Frente a los cambios de Miss Universo, ¿cómo ves lo que se viene nuevo para este año y a las candidatas?
— Bueno creo que costó mucho hacer el concurso este año. Es la segunda vez que pasa más de un año sin hacerse el certamen, pero yo lo veo muy bien. Hay muchos patrocinadores, han habido muchas premiaciones previas. Además, las latinas, como siempre, están dando la talla en todos lados, siguen siendo las favoritas. No siento que haya cambiado mucho a consecuencia de lo que pasó el año pasado con Steve Harvey que regresa para conducir la edición de este domingo. Él tiene cinco años de contrato con esta organización. Todo mundo pensó que a raíz del error terminarían el contrato pero parece ser que le están dando el derecho de réplica porque lo que le sucedió fue un error humano. Por lo que he leído se están tomando medidas pertinentes para que no vuelva a suceder. Por ejemplo, este año tendrá una co conductora, Ashley Graham será la conductora del backstage y estará apoyándolo para que el concurso sea menos abrumador.
- ¿Cuáles son las posibilidades de que una latinoamericana se lleve la corona?
— Guapísimas todas. Creo que en los últimos tres años Colombia ha demostrado una labor increíble, han enviado grandes representantes, dignas latinas. De hecho, es una de las favoritas. Durante los últimos 10 años, cinco mujeres latinas han ganado el concurso, varios de estos triunfos me ha tocado compartir con TNT. Creo que nuestras candidatas están bien fuertes, tenemos muchas muchachas bastante preparadas.
- ¿Cuál crees que sea la razón del éxito de las latinoamericanas en este tipo de certámenes?
— Yo creo que en nuestros países, específicamente en Venezuela, existe una cultura muy fuerte hacia los concursos de belleza. Desde chiquitas este concurso forma parte de nuestra idiosincracia. Por otro lado desde hace muchos años, Venezuela ha tenido un gran éxito en estos concursos y eso ha generado cierto ruido alrededor del país y las concursantes llamaban la atención desde el inicio por lo mismo. Pero también creo que poco a poco el resto de los países de Latinoamérica se dieron cuenta de la gran plataforma que es eso porque abre muchas puertas. Además, muchas chicas del resto del mundo son enviadas a Latinoamérica a prepararse porque acá ya entendimos lo que significa este certamen. Entonces la mayoría de ellas recibe clases de pasarela, inglés, de capoeira, de etiqueta, protocolo, pasarela. Se ha entendido que participar en este concurso es un trabajo y una excelente oportunidad.
- ¿Cómo le cambia la vida a una chica ganar esta corona?
— Muchas de estas chicas, una vez pasado el concurso, se pueden dedicar a los medios de comunicación. Además de que es una experiencia espectacular porque vives un año en Nueva York, asistiendo a eventos en primera fila, representando una compañía internacional gigantesca que antes era de la mano del Sr. Trump y ahora es de la mano de sus nuevos dueños que están haciendo un trabajo complicado porque están comenzado todo de cero. Pero volviendo a las participantes, es como una forma de acceso a un sueño que alguien pueda tener.
- En los últimos años han surgido un sinnúmero de campañas promoviendo “la belleza real”, ¿crees que concursos como Miss Universo han sabido adaptarse a este cambio en la mentalidad?
— El concurso Miss Universo cuando lees la reglamentación, no tiene ninguna regla que te diga que tienes que medir una estatura en específico o alguna complexión específica. Justo este año, Ashley Graham quien ha promovido este tipo de campañas, forma parte del equipo. Creo que esos estereotipos están cambiando. Este año por ejemplo, Miss Canadá es una chica con más curvas. Las cosas cambian con el tiempo, antes veíamos a las chicas con unos bustos más prominentes, ahora hay menos cirugías de las que habían antes. Ahora por ejemplo, como las cámaras son de alta definición, el maquillaje es menos saturado. Desde hace algunos años el mismo Trump se involucraba en la decisión de la ganadora porque iba a ser la representante de su empresa y eso fue sentando un precedente sobre que tiene que ser una muchacha que se adapte a todas las pantallas, que al final no entre en un estereotipo de belleza. Además, al final yo creo que la corona se la lleva alguien que además de belleza tenga ese carisma que atrape la mirada y atención del jurado y eso no tiene que ver con medidas, extensiones de cabello o unas pestañas largas.
- ¿No crees que llega un punto en el que el estándar se vuelve demasiado exigente?
— Yo siempre he dicho que la pregunta final es muy injusta. Es muy difícil que una chica se luzca en ese momento pero si alguien logra brillar en 30 segundos de respuesta, sin duda sabes que hay algo ahí. Porque siempre pueden traicionarte los nervios. Pero si pasa que una chica toda la noche te atrapó la mirada por simpática y carismática y al final responde bien, sin lugar a dudas es una gran merecedora de la corona. Estoy segura que las 86 participantes son así, preparadas y cultas pero solo puede haber una ganadora lamentablemente.
- Después de las protestas del domingo contra la forma en la que Trump trata a las mujeres, y aunque él ya no esté a la cabeza del concurso, ¿puede ser que reciba algunas críticas en la próxima emisión?
— Siempre va a recibir críticas. (Risas) Los concursos de belleza siempre han sido criticados por considerarlos superficiales pero poco a poco esto ha cambiado por las mismas candidatas que no permiten que solo sean consideradas como un pedazo de carne. Las mismas concursantes lo ven como una oportunidad para abrirse caminos. Yo creo que el rol de la mujer actual lamentablemente todavía sentimos, sin querer, esa presión social de probarnos constantemente. Ahora la historia ya nos da la razón de que somos hasta más capaces que el otro género. Los concursos de belleza van a ser criticados siempre pero el punto es que nos vayamos amoldando y que las mismas candidatas vayan trayendo a la mesa lo que ellas necesitan para su vida misma.