0 of 4
PUBLICIDAD
Habían pasado 34 minutos después del triunfo de Alder Torres cuando Alfredo Velásquez pasaba por la meta en último lugar. Le tocó ser el “farolillo rojo” como se dice en la jerga del ciclismo en otras partes de América.
Velásquez sufrió los primeros 130 kilómetros de la 56 Vuelta a Guatemala. “No la conocíamos” confiesa el ciclista nacido en Totonicapán, extremo opuesto del país respecto a la meta del lunes, en El Progreso, Jutiapa.
Aunque durante buena parte del recorrido hizo grupo con el pelotón, al avanzar hacia oriente, el calor y el ritmo de competencia del resto de pedalistas hizo que se quedara solo.
Juan Carlos Ramírez Foto:
“Es bastante difícil y complicado” asegura el corredor de Súper Cuajo Luna Univerlal Food, equipo de Quetzaltenango, al relatar los kilómetros donde eran solo él y su bicicleta.
Al verse en la situación de desventaja, siguió pedaleando. El cansancio era tal que seducía salirse de la competencia, pero él resistió.
PUBLICIDAD
“Sabemos que no venimos a ser protagonistas” comenta Víctor, hermano de Alfredo, quien también fue ciclista y ahora es delegado de equipo.
Cuando el corredor se queda solo “tiene que sacar la fuerza mental” asegura Víctor, ya que si se cruza la meta pero no se entra en el tiempo permitido, se queda fuera del evento.
Alfredo fue último según registro, aunque hubo otro que ingresó después que él, pero su tiempo le impidió salir con la caravana en la etapa 2.
La situación económica de algunos equipos nacionales les impide mantener al ciclista cuando por tiempo quedan fuera de competencia. Para ellos se acaba La Vuelta y tienen que regresar a su casa para seguirla por los medios de comunicación.
Víctor considera que llegar de último no es un orgullo, pero al mismo tiempo es una satisfacción porque no quedó fuera del control de tiempo.
“Las cosas negativas hay que derribarlas lo más pronto posible” dice Alfredo al referirse a su estado mental para la segunda etapa. Sus compañeros hacen rueda alrededor de su técnico Eddy Pérez para la última charla previo a la salida.
Alfredo coloca bananos en la parte trasera de su maillot, los que le servirán para ir recuperando energía física durante los 112.5 kilómetros de Jutiapa hacia Chiquimulilla, Santa Rosa, aunque con la lección aprendida ser el último lugar, sabe que el abastecimiento mental se vuelve un factor determinante.