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La historia de Carmelo, un adorable perro de raza schnauzer, ha conmovido a miles de personas en las redes sociales. Este canino fue adoptado por los monjes franciscanos de Cochabamba, Bolivia, y su vida dio un giro inesperado al ser bautizado como “Fray Bigotes”.
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La ternura de su historia se hizo viral cuando comenzaron a circular fotografías de Fray Bigotón vistiendo un hábito hecho a su medida, similar al de sus compañeros humanos.
Los monjes relatan que el pequeño perro se ha adaptado perfectamente a la vida monástica, llenando de alegría los pasillos del convento con sus juegos y corridas. Aunque no tiene obligaciones religiosas, su presencia se ha convertido en un recordatorio del amor y el respeto que San Francisco de Asís, patrono de los animales, profesaba por todas las criaturas.
La vida de Fray Bigotón en el monasterio es tranquila y feliz. Dispone de amplios espacios para jugar y es cuidado con esmero por todos los frailes, quienes lo consideran “una criatura de Dios”.