La popular plataforma de juegos en línea Roblox, con más de 380 millones de usuarios activos mensuales —el 40% menores de 13 años—, enfrenta una nueva ola de críticas tras la aparición de simulaciones que recrean el asesinato del activista estadounidense Charlie Kirk, ocurrido el pasado 10 de septiembre en el campus de la Universidad de Utah. Más de 100 de estas “experiencias” fueron eliminadas al día siguiente del hecho, según informó la empresa.
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Este episodio ha reavivado el debate sobre los riesgos que representa Roblox para los menores, especialmente debido a que el contenido es generado por los propios usuarios, lo que plantea serias dudas sobre la eficacia de los sistemas de moderación.
A las preocupaciones por la violencia virtual se suman graves acusaciones legales. En agosto, una familia de Iowa demandó a la plataforma por no prevenir el acoso sexual de un adulto a su hijo, que culminó en su secuestro y abuso. Su equipo legal afirma estar preparando más de 250 demandas similares.
Asimismo, la fiscal general de Luisiana, Liz Murrill, calificó Roblox como “el lugar perfecto para los pedófilos”, mientras que su par en Oklahoma, Gentner Drummond, anunció que su oficina evalúa posibles acciones legales contra la empresa por su aparente incapacidad de garantizar la seguridad infantil.
Estos acontecimientos sitúan nuevamente a Roblox en el centro del escrutinio público, y obligan a replantear los límites de la libertad creativa en plataformas destinadas a niños frente a la urgente necesidad de protección y control.