La ira es perjudicial para la salud mental y física. Un estado constante de rabia puede impactar de forma negativa en quien tiene este sentimientos, por lo que lo aconsejable es aprender a controlarla.
Experimentar facetas de enojo acelera el potencial de generar graves problemas sociales y repercusiones directas en la salud, desde disputas interpersonales hasta un elevado riesgo cardiovascular. Ante esta amenaza, expertos internacionales han consolidado seis estrategias prácticas y validadas científicamente para su manejo efectivo, Infobae comparte recomendaciones para evitar y controlar adecuadamente nuestras escenas de ira, a continuación son estas:

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Contrario a la creencia popular, “desahogar” la ira, ya sea gritando o golpeando cosas, resulta
totalmente contraproducente.
Expertos advierten: “Cuando te desahogas —gritando, chillando, pateando o golpeando— mantienes tus niveles de excitación elevados. Es como echarle gasolina a un incendio: simplemente alimentas la llama.
Toma una pausa
El psicólogo Tony Fiore, citado por la Revista Time, enfatiza el poder de tomar distancia física y temporal. Según Fiore, una pausa de diez minutos, una hora o incluso un par de horas puede “cambiar drásticamente las cosas” al regresar al conflicto. Este receso permite transformar una reacción impulsiva en una respuesta serena y reflexiva. Al mismo tiempo, el experto Regader apoya esta visión, recalcando la importancia de la asertividad y el control para enfrentar los problemas antes de que la ira acumulada explote.
La técnica 30-30-30
Este método por Laura Beth Moss ofrece una intervención rápida: 30 segundos para desconectar (salir de la escena), 30 segundos para distraer la mente con otra actividad, y 30 segundos finales para formular una frase de afrontamiento que replantee el problema.
Enfocada en la identificación de patrones
Laura Beth Moss sugiere el uso de un diario como herramienta clave de autoanálisis. Consiste en registrar las situaciones desencadenantes, las emociones sentidas y las respuestas ejecutadas. Este hábito facilita la identificación de patrones recurrentes, lo cual es fundamental para diseñar estrategias de manejo personalizadas. Toma conciencia de las raíces de la ira y reflexionar sobre las consecuencias de nuestras reacciones nos permite racionalizar los impulsos y relativizar aquello que causa malestar.
Aplica una comunicación asertiva
Es crucial aprender a expresar las emociones con respeto, tanto hacia uno mismo como hacia el interlocutor, buscando siempre “cuidar de ambos” en la conversación. El uso de declaraciones en primera persona. El psicólogo de la Universitat de Barcelona subraya que abordar los problemas con asertividad y empatía, eliminando la mentalidad de “ganador/perdedor”, es la clave para una resolución pacífica.
Autocuidado y pedir ayuda
Para evitar que la ira se vuelva habitual, los expertos sugieren: Descanso adecuado (el cansancio es un detonante), evitar situaciones o personas conflictivas, y buscar ayuda profesional si la agresividad persiste y no se controla.
