Aunque parezca un acto de solidaridad, compartir medicamentos antimicrobianos —como antibióticos o antivirales— puede tener consecuencias graves. Cada tratamiento debe ser recetado por un profesional de salud y utilizado con base en el diagnóstico, peso, edad y condición del paciente. Usarlo sin control, o interrumpir el tratamiento, no solo es ineficaz, sino peligroso.
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Uno de los riesgos más preocupantes es el desarrollo de superbacterias, microorganismos resistentes a múltiples medicamentos. Estas infecciones son más difíciles (y a veces imposibles) de tratar, y se han convertido en una amenaza global. Compartir un medicamento que no se necesita o no se usa correctamente puede acelerar esa resistencia.
Además, al tomar un antimicrobiano que no fue recetado para ti, podrías estar ocultando síntomas graves o retrasando el tratamiento adecuado, empeorando tu salud. Y quien recibe ese medicamento sin supervisión también corre riesgos de reacciones adversas o efectos secundarios.

Si alguien tiene síntomas, lo mejor que puedes hacer por su salud es recomendarle que acuda con un profesional. Prevenir la resistencia antimicrobiana es tarea de todos.