Aunque muchas personas asocian el jugo natural con una opción saludable, la realidad es más compleja. Al exprimir una fruta, se extrae su jugo pero se pierde una parte clave: la fibra. Esta fibra ayuda a ralentizar la absorción del azúcar natural (fructosa) en el cuerpo. Sin ella, el jugo puede generar picos de azúcar en la sangre similares a los que causa una bebida azucarada.
Un vaso de jugo de naranja, por ejemplo, puede contener el azúcar de hasta cuatro naranjas, pero sin la saciedad ni los beneficios digestivos de comerlas enteras. Esto hace que el consumo excesivo de jugos, incluso naturales y sin azúcar añadida, pueda estar relacionado con un mayor riesgo de obesidad y problemas metabólicos.
Eso no significa que debas eliminar por completo el jugo de tu dieta. Si se consume con moderación, como parte de una alimentación equilibrada, puede aportar vitaminas y antioxidantes. La clave está en no tratarlo como un sustituto del agua ni como una manera principal de consumir frutas.
La mejor opción sigue siendo comer la fruta entera. Así obtienes todos sus beneficios, incluidos los que no llegan al vaso.