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En la historia de la música clásica, pocos nombres evocan una productividad tan asombrosa en tan corto tiempo. Nacido en Viena en 1797, este prodigioso compositor falleció en 1828 con tan solo 31 años, dejando tras de sí un catálogo que supera las 1500 composiciones. Su legado abarca desde sinfonías y música de cámara hasta una vasta colección de más de 600 lieder (canciones líricas alemanas), género en el que es considerado un maestro indiscutible.
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El nombre de este genio era Franz Schubert. Durante su existencia, gozó de un reconocimiento modesto pero creciente en los círculos vieneses; sin embargo, la fama de sus grandes obras orquestales no se consolidó plenamente mientras vivía. Su corta pero intensa vida estuvo marcada por dificultades económicas y por la enfermedad. Falleció a causa de una fiebre tifoidea, aunque su salud ya se encontraba muy debilitada por la sífilis que padecía desde años atrás.
A pesar de que gran parte de su trabajo sinfónico tardó en ser reconocido, algunas de sus piezas alcanzaron una fama universal que perdura hasta hoy. Un claro ejemplo es su “Ellens dritter Gesang”, mundialmente conocida como el “Ave Maria” de Schubert. Esta pieza ha trascendido los auditorios de música clásica para convertirse en parte de la cultura popular.
Su melodía solemne y emotiva es interpretada con frecuencia en ceremonias importantes como bodas y funerales, y ha sido utilizada en innumerables bandas sonoras de películas, demostrando la capacidad del compositor para conectar con las emociones humanas más profundas.