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El 17 de agosto de 1959, una noche de verano, el Parque Nacional de Yellowstone en Montana, Estados Unidos, fue sacudido por un terremoto de magnitud 7.5. El sismo, conocido como el terremoto del Lago Hebgen, no solo causó daños significativos en la infraestructura del parque y sus alrededores, sino que también tuvo un impacto geológico extraordinario, reconfigurando el paisaje de la zona de manera permanente.
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El movimiento telúrico, uno de los más fuertes registrados en la historia de Montana, provocó un masivo deslizamiento de tierra que movió aproximadamente 80 millones de toneladas de roca y escombros. Este alud de tierra bloqueó el cauce del río Madison, creando una presa natural que, con el tiempo, dio origen a un nuevo cuerpo de agua: el Lago Quake. El nombre del lago, que significa “terremoto” en inglés, es un recordatorio de su dramático origen.
Las consecuencias del terremoto fueron devastadoras. Además de las pérdidas humanas, el sismo afectó el sistema geotérmico de la región, alterando géiseres y fuentes termales, y demostrando la fragilidad del ecosistema.
El nacimiento del Lago Quake es un testimonio de la fuerza implacable de la naturaleza y un recordatorio de que los paisajes de la Tierra están en constante cambio, a menudo a través de eventos geológicos de gran magnitud.
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Dato interesante: Yellowstone es un lugar de gran actividad sísmica. El terremoto de 1959 no fue un evento aislado; el parque registra entre 1,500 y 2,500 terremotos al año, la mayoría de ellos tan pequeños que pasan desapercibidos. De hecho, el terremoto de 1959 fue el más fuerte y mortal que ha afectado a Montana en su historia.
Además, es importante destacar que, a pesar de que la mayoría de los sismos son imperceptibles para los visitantes, la zona se encuentra sobre uno de los supervolcanes activos más grandes del mundo, lo que la convierte en un punto de constante monitoreo por parte de geólogos.