Aunque parezca increíble, El Capitán Calzoncillos, la serie de libros infantiles escrita por Dav Pilkey, ha sido uno de los títulos más prohibidos en escuelas y bibliotecas de todo el mundo. Su humor escatológico, personajes traviesos y estilo irreverente le ganaron tanto millones de lectores como una larga lista de detractores.
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Desde su publicación en 1997, la historia de dos niños que hipnotizan a su director y lo convierten en un superhéroe en calzoncillos fue considerada inapropiada por algunos sectores educativos. Las razones iban desde “fomentar la desobediencia” hasta “lenguaje poco apropiado” y “contenido que normaliza la falta de respeto a figuras de autoridad”.
Sin embargo, para muchos lectores —y especialistas en literatura infantil— el Capitán Calzoncillos no era más que una puerta de entrada al hábito de la lectura. Su humor sencillo, formato visual cercano al cómic y temas sobre amistad, imaginación y creatividad lo convirtieron en un éxito global.
La polémica sigue abierta: ¿de verdad era tan peligroso para los niños o solo rompía las reglas de un mundo que no siempre sabe cómo tratar el humor infantil?
