A finales de octubre, la rutina de una calle cualquiera en São Paulo, Brasil, se vio interrumpida por una escena de terror. Una joven de 19 años, embarazada de cinco meses, logró lo que para muchas víctimas es imposible: escapar de su agresor. Tras ser apuñalada por su propia pareja, encontró la fuerza para huir y buscar ayuda entre sus vecinos.
Sin embargo, su pesadilla estaba lejos de terminar. Al salir a la calle, su novio la siguió y, ante la mirada paralizada de transeúntes y residentes, la atacó de nuevo. La brutalidad del momento dejó a los testigos en un estado de shock, sin saber cómo reaccionar ante tal despliegue de violencia.
El agresor huyó cobardemente del lugar, pero no antes de dejar una imagen imborrable de crueldad: la joven, de pie y ensangrentada, con el cuchillo aún clavado en su espalda.
