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El Santuario de Nuestra Señora de Oro, ubicado en el valle de Zuia, en Álava, España, ha sido el escenario de un insólito y aparatoso robo que mantiene en vilo a los vecinos y a las autoridades. La sustracción se produjo a principios de esta semana y afectó a una de las dos campanas de bronce del templo, una pieza cuyo peso se estima muy próximo a las dos toneladas.
El sorprendente suceso fue denunciado por Encarni Urquiza, presidenta de la Junta rectora del santuario, quien fue alertada el pasado martes por un miembro de la junta al percatarse de que la campana no había sonado. Tras la comprobación, se confirmó que la puerta de acceso al campanario había sido forzada.
Dada la magnitud y el peso de la campana, que los expertos calculan podría superar la tonelada y media, las investigaciones de la Ertzaintza (Policía vasca) apuntan a que el robo fue un acto extremadamente planificado. Se descarta que la pieza fuera arrojada desde la altura, ya que no se encontraron marcas o grandes boquetes en las inmediaciones que sugirieran ese modus operandi. La hipótesis principal es que los ladrones tuvieron que utilizar algún tipo de polea, grúa o maquinaria pesada para desenganchar la campana de su “yugo” —la estructura que la ancla y permite el sonido— y bajarla sin causar daños estructurales evidentes, para luego transportarla.
Vecinos y miembros de la junta rectora sostienen que la operación debió llevarse a cabo durante la noche y que requirió la participación de varias personas, ya que durante el día la zona es transitada por ganaderos y excursionistas. La campana sustraída tiene un gran valor sentimental y patrimonial para la comunidad, pues ha repicado en el valle por décadas, marcando el pulso de la vida local.