Diez años, un nombre profundamente chapín y una comunidad que creció de un salón de clase a un colectivo capaz de competir en ligas mayores de los barriletes en Guatemala.
Así se resume el camino de Barrileteros "Los Patojos", grupo que este año celebra su primera década elaborando barriletes y que hoy disputa espacio entre los gigantes del festival.

El origen
Sergio Sul, fundador del colectivo, explica que el nombre nace de su paso por la Asociación Los Patojos y de una palabra que nuestros abuelos usaban a diario: patojos.
“Es una expresión muy guatemalteca. Llamaban patojos a los menores, sin importar si eran niñas o niños. De ahí decidimos nombrar así a la agrupación”.
En 2015, Sergio —originario de Sumpango— llegó como maestro a un centro educativo en Jocotenango. Detectó talento en su grupo de sexto primaria y convirtió el arte del barrilete en un proyecto formativo: bocetos, color y mensajes. Ese mismo año presentaron su primer trabajo infantil, una pieza de menor tamaño pero con mucha ilusión.
Tras consultar con el comité organizador de Sumpango, confirmaron que podían competir en el festival si el representante era originario del municipio, requisito que Sergio cumple. En 2018 debutaron formalmente en la categoría B (4 a 6 metros).

El salto a “ligas mayores”
Lo que empezó con 10 estudiantes se volvió una comunidad de 36 personas: madres, padres, hermanos, tíos y los más pequeños. Ni siquiera la pandemia detuvo esa energía; al contrario, afianzó el trabajo colectivo.
Desde 2018 participan en la categoría principal, acumulando reconocimientos:
- 2018: premio por elevación y 3.º en tema.
- 2019: 2.º en colorido, 2.º en tema y 3.º en diseño.
- 2020: 1.º en diseño, 2.º en tema y 3.º en colorido.
- 2021: podios en colorido y tema.
- 2022–2024: presencia constante entre los tres primeros en colorido, tema y diseño.
“En ligas mayores no se puede bajar la guardia; la meta es superar el diseño del año anterior”, dice Sergio.

El taller: técnica, paciencia y tradición
El proceso empieza con el diseño a mano y la decisión del tamaño (apuestan por 6 metros). Luego, la selección de bambú —cortado con un año de anticipación para que seque y permita elevar— y la compra de papel de china nacional (evitan el importado porque destiñe).

Trabajan con dos lienzos: el molde y el definitivo, todo a mano alzada (pita, lápiz, metro). De julio a octubre avanzan fines de semana; en la recta final, jornadas diarias de 16:00 a 22:00 (y más) en el auditorio del centro educativo, que a veces deben desmontar por eventos y volver a montar al día siguiente. Es oficio y disciplina.
El reto 2025: bicentenario de Sumpango
Este año, de forma excepcional, la organización estableció el bicentenario de Sumpango como tema guía. El desafío: recopilar símbolos, historia e identidad del municipio y sintetizarlos en una sola pieza.Aunque iniciaron tarde por cargas administrativas (Sergio es director del centro educativo y miembro del comité organizador), el diseño —de su autoría— ya avanza: alrededor del 35% del color aplicado y un equipo trabajando “contra el tiempo”.

“Quiero agradecer a Juan Pablo Romero Fuentes, Claudia María Roncal, Erick Suárez, Rubén Mata, Rafael Ramírez, Karla Menocal, al Comité de Barriletes Gigantes de Sumpango y en especial, a todo el equipo que son y han sido parte del grupo, artístas genuinos del arte en papel”, finalizó Sul.
Los Patojos no solo hacen barriletes: forman, unen y preservan memoria. Cada pieza es un acto de pertenencia que convierte el papel de china y el bambú en un lenguaje comunitario que trasciende generaciones.
