Recorrer Nir Oz es caminar entre los restos de una vida interrumpida. Llegué a este kibutz en el sur de Israel a pocos días de que se cumplieran dos años del ataque perpetrado por Hamás.
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No necesito preguntar dónde comenzó el horror: Las cicatrices están en todas partes. Las casas no están destruidas solo por fuera. Lo están por dentro, en los detalles que quedaron congelados en el tiempo.

Entro en una vivienda sin techo. En el suelo hay libros abiertos, juguetes, una taza aún sobre la mesa, como si alguien hubiera estado a punto de tomar su café esa mañana y nunca hubiera vuelto. El silencio en estos espacios es absoluto, pero no es un silencio pacífico. Es denso, incómodo. Me obliga a caminar más lento, a mirar con más cuidado.
Las paredes están marcadas por el fuego. En algunas habitaciones se ven todavía objetos derretidos, ropa quemada, manchas de sangre.
Hay casas que parecen congeladas justo en el instante del ataque. Todo quedó donde estaba: puertas abiertas, camas revueltas, luces colgando de cables retorcidos...

De hecho, afuera, el kibutz todavía está marcado por los signos de guerra. Los muros de algunas casas tienen agujeros de bala. Las ventanas están cubiertas con plásticos o simplemente ausentes. En algunas esquinas hay flores plantadas junto a piedras con nombres: improvisados altares de memoria.
No hay sonidos, no hay risas de niños, no hay música de fondo. Solo viento y el crujido de las piedras al caminar.
Hoy Nir Oz es un lugar en transición. Ni completamente destruido, ni completamente reconstruido. Está suspendido entre el antes y el después. Entre la vida comunitaria que florecía aquí desde hace décadas y la pesadilla que llegó sin aviso aquella mañana del 7 de octubre de 2023.

Lo sucedido
- Hace dos años, el 7 de octubre de 2023, el kibutz Nir Oz, a menos de dos kilómetros de la Franja de Gaza, despertó con violencia, fuego y horror. Militantes de Hamás irrumpieron en la comunidad, destruyeron hogares, mataron vecinos y secuestraron a muchos otros.
- Hoy, al cumplirse el segundo aniversario, los recuerdos siguen vivos y los fantasmas del dolor son palpables. El 28% de las personas de este kibutz fueron asesinadas o secuestradas en aquel ataque.
- Varios de los secuestrados todavía están retenidos en Gaza, mientras familias enteras viven con una espera que parece no tener fin.


