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Este jueves, Estados Unidos se detuvo una vez más para conmemorar el vigésimo cuarto aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el atentado más mortífero en su historia. Con una serie de actos solemnes y emotivos, el país rindió homenaje a las 2.977 víctimas que perdieron la vida en una jornada que transformó al mundo.
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El epicentro de la conmemoración fue, como cada año, la “Zona Cero” en Nueva York. Familiares de las víctimas, sobrevivientes y dignatarios se congregaron en el National September 11 Memorial & Museum para el tradicional y solemne acto. La ceremonia se rigió por momentos de silencio que marcaron los instantes exactos en que los aviones impactaron las Torres Gemelas y el Pentágono, así como el momento en que cada torre colapsó.

Uno de los momentos más conmovedores fue la lectura ininterrumpida de los nombres de cada una de las víctimas, un recordatorio personal y profundo del costo humano de la tragedia. A lo largo de los años, esta lectura se ha convertido en un pilar de la ceremonia, donde hijos, padres y hermanos suben al podio para honrar a sus seres queridos, compartiendo a menudo breves y emotivos mensajes.
De manera simultánea, se llevaron a cabo ceremonias en los otros dos sitios de los ataques. En el Pentágono, en Arlington, Virginia, se realizó un homenaje a las 184 personas que fallecieron cuando el vuelo 77 de American Airlines fue estrellado contra el edificio. En Shanksville, Pensilvania, se recordó a los 40 pasajeros y tripulantes del vuelo 93 de United Airlines, quienes lucharon contra los terroristas y evitaron que la aeronave alcanzara su objetivo en Washington D.C.
A lo largo y ancho del país, diversas comunidades organizaron sus propios tributos, desde minutos de silencio en estaciones de bomberos hasta servicios religiosos. La jornada se ha consolidado no solo como un día de luto, sino también como una fecha para reflexionar sobre la resiliencia, la unidad y el servicio, inspirados por los actos heroicos de los primeros respondientes y ciudadanos comunes en aquel fatídico día.
Las banderas ondearon a media asta en los edificios federales, un símbolo visual del duelo nacional que, aun con el paso de los años, no disminuye. La conmemoración del 11 de septiembre sigue siendo un recordatorio solemne de la fragilidad de la paz y un homenaje a las vidas que se perdieron de forma abrupta, reafirmando el compromiso de “nunca olvidar”.