En Mónaco, el crecimiento siempre ha sido un reto geográfico. Con Francia a un lado y el Mediterráneo al otro, el principado lleva más de un siglo enfrentando la misma pregunta: ¿cómo expandirse cuando ya no queda espacio? La respuesta ha estado, literalmente, en el agua.
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Así nace Mareterra, un moderno y exclusivo barrio construido sobre terreno ganado al mar.
Cuando no queda más tierra, queda el mar
Con apenas poco más de 2 km² de superficie, Mónaco es el segundo país más pequeño del mundo, solo detrás del Vaticano. Sin embargo, es el más densamente poblado: más de 38.000 personas viven dentro de sus fronteras. Hace décadas que ya no hay suelo disponible para construir, por lo que el país optó por ganar espacio al Mediterráneo.
La recuperación de tierra marina comenzó en 1907 y ha permitido ampliar el territorio en un 25 %. Distritos como Fontvieille, el Puerto Hércules o la playa de Larvotto existen gracias a esta práctica. Mareterra, sin embargo, es la expansión más ambiciosa hasta ahora.
Anunciado en 2013 e inaugurado a finales de 2024, el nuevo barrio añade seis hectáreas al este de Larvotto, aumentando en un 3 % el territorio del país.
Ingeniería que desafía al mar
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La base de Mareterra está formada por 18 cajones de hormigón gigantes, estructuras huecas y resistentes diseñadas específicamente para este tipo de obras. Cada uno pesa unas 10.000 toneladas y mide 26 metros de alto, alcanzando el lecho marino.
Estos cajones funcionan como rompeolas. Cuentan con cámaras internas llamadas Jarlan, que permiten que el agua fluya a través de aberturas verticales mientras suavizan el impacto de las olas. Así, incluso durante tormentas extremas que podrían ocurrir una vez cada 100 años, la zona permanece protegida.
Una visión ecológica en cada detalle
Mareterra se presenta como el distrito más sostenible de Mónaco, alineado con el objetivo del príncipe Alberto II de lograr la neutralidad de carbono para 2050. El enfoque ecológico va más allá de lo estético: hay acciones concretas.
En techos y edificios públicos se instalaron 9.000 m² de paneles solares, que suministran energía al vecindario. También se habilitaron 200 puntos de carga para vehículos eléctricos y se integraron más de 800 árboles y especies nativas adaptadas al clima seco.
Los senderos peatonales están diseñados para ofrecer sombra natural, reducir el calor urbano y generar espacios agradables para recorrer a pie. Y no solo se pensó en la superficie: bajo el agua, los cimientos fueron diseñados para favorecer el desarrollo de la vida marina.
Los cajones de hormigón tienen texturas que imitan fondos rocosos y ranuras donde se pueden fijar algas, peces y otros organismos. Las cámaras internas permiten el paso del agua y crean zonas más tranquilas, ideales para el crecimiento de flora y fauna.
Uno de los procesos más delicados del proyecto fue el traslado de 384 m² de Posidonia oceanica, un tipo de pasto marino protegido clave para los ecosistemas del Mediterráneo. En vez de extraer las plantas por separado, se movieron bloques enteros con sus raíces y sedimento intactos, que luego se reubicaron en la zona protegida marina de Larvotto.
Un barrio tranquilo y exclusivo
Mareterra tiene un ritmo distinto al de otras zonas del principado. Está pensado más para residentes que para turistas. Hay paseos junto al mar, jardines de pinos con canales de agua y zonas tranquilas donde ver aves o caminar sin prisa.
Uno de los íconos del nuevo barrio es Le Renzo, un edificio diseñado por el reconocido arquitecto Renzo Piano. En su planta baja alberga apenas 14 locales, entre ellos Marlow, el primer restaurante británico de alta cocina en Mónaco. Todo el entorno se complementa con obras de arte como “Quatre Lances”, que perteneció a Grace Kelly y hoy embellece el espacio público.
Aunque Mónaco es célebre por sus casinos de lujo, especialmente los casinos con crupier en vivo, que combinan la emoción presencial con la comodidad del juego online, Mareterra apuesta por un estilo de vida más pausado: zonas verdes, viviendas de lujo y espacios diseñados para la comunidad.
Un vistazo al futuro
Más allá de su valor arquitectónico y ecológico, Mareterra también expone las tensiones sociales que atraviesa el principado. Con precios que, según se comenta, superan los 100.000 euros por metro cuadrado y sin una sola vivienda destinada a residentes locales, es poco probable que este nuevo distrito alivie la crisis habitacional de Mónaco.
Las propiedades están pensadas para una élite internacional, pero el proyecto también marca un giro: uno que pone el foco en la innovación urbana y la sostenibilidad, más que en el lujo ostentoso que suele definir al país.
En un mundo donde el mar se percibe cada vez más como una amenaza climática, Mareterra plantea lo contrario: que también puede ser parte de la solución. No es solo un logro técnico, sino una apuesta por repensar cómo las ciudades pueden convivir con el mar, no solo vivir a su orilla.