La caída de Ovidio Guzmán, alias El Ratón, ha entrado en su capítulo más determinante. Este viernes 11 de julio, a las 12:30 p.m. (hora local), el hijo de Joaquín El Chapo Guzmán se declaró culpable ante una corte federal en Chicago de cuatro cargos graves relacionados con el narcotráfico internacional y la delincuencia organizada.
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Lo hizo vestido con un overol naranja, encadenado de los pies, y con voz por momentos temblorosa. Aceptó ser líder del Cártel de Sinaloa y operar una gran empresa criminal dedicada al tráfico de fentanilo y otras drogas hacia Estados Unidos.
Pero el giro más delicado es que Ovidio Guzmán se convertirá en testigo colaborador del gobierno de EE.UU.. A cambio de su declaración, los fiscales se comprometieron a solicitar una condena menor a la cadena perpetua, pero ese beneficio dependerá directamente de su desempeño como informante.
¿Qué puede pasar ahora con México?
Este golpe judicial al Cártel de Sinaloa también abre un abanico de consecuencias directas para México: desde posibles revelaciones de vínculos entre el crimen organizado y funcionarios públicos, hasta una presión internacional que podría sacudir los cimientos del aparato político y de seguridad nacional.
Medios como Financial Times y Reuters advierten que la colaboración de Ovidio podría incluir nombres de políticos, militares, empresarios o incluso banqueros mexicanos involucrados directa o indirectamente en las operaciones del cártel.
Además, como parte del acuerdo, Ovidio aceptó pagar 80 millones de dólares, una cifra que refleja el tamaño de su red criminal y los recursos que podría estar dispuesto a revelar para evitar la pena máxima.