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Para muchos, la imagen de alguien moviendo incesantemente la pierna bajo la mesa es sinónimo de impaciencia o ansiedad. Sin embargo, para un segmento significativo de la población, este movimiento involuntario es la manifestación de una condición neurológica poco comprendida: el Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI).
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Esta afección, que afecta tanto a hombres como a mujeres y suele manifestarse a partir de los 20 años, es mucho más común de lo que se cree, impactando hasta al 15% de la población general, según datos de publicaciones especializadas.
El misterio detrás del impulso
El SPI se caracteriza por una necesidad imperiosa de mover las piernas, a menudo acompañada de sensaciones desagradables como hormigueo, ardor, tirones, palpitaciones, o incluso dolor. Estas molestias, que se intensifican al caer la tarde o durante la noche, encuentran un alivio temporal con el movimiento, lo que lleva a un ciclo de inquietud y la búsqueda constante de confort.

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Aunque la causa exacta del SPI sigue siendo un enigma para la ciencia, las investigaciones apuntan a una posible disfunción en la forma en que las células cerebrales utilizan la dopamina, un neurotransmisor crucial para el control del movimiento muscular. Además, se ha observado una correlación entre el SPI y diversas condiciones médicas, incluyendo:
- Enfermedades renales crónicas
- Diabetes
- Deficiencia de hierro, magnesio o ácido fólico
- Anemia
- Enfermedad de Parkinson
- Neuropatía periférica
- Embarazo
Es importante destacar que el impacto del SPI va más allá de la incomodidad física. Las sensaciones desagradables, que se agudizan durante el descanso nocturno, a menudo interfieren gravemente con la calidad del sueño.
Un estudio de la Fundación Nacional del Sueño (National Sleep Foundation) reveló que las personas con SPI pueden experimentar una reducción significativa en sus horas de sueño, lo que a su vez afecta su rendimiento diurno, concentración y estado de ánimo general. De hecho, se estima que más del 80% de los pacientes con SPI reportan problemas crónicos de insomnio.
¿Cuándo buscar ayuda?
Si bien el movimiento de las piernas o el simple acto de caminar pueden proporcionar un alivio momentáneo, es crucial buscar atención médica cuando estas sensaciones comienzan a comprometer el sueño reparador y, por ende, la calidad de vida.
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En algunos casos, el tratamiento de una afección subyacente, como una deficiencia de hierro, puede ser suficiente para aliviar los síntomas del SPI. Por ejemplo, la corrección de una carencia de hierro mediante suplementos orales ha demostrado ser efectiva en numerosos pacientes.
No obstante, el diagnóstico y manejo adecuado del SPI requieren la orientación de un profesional de la salud. Identificar si existe una condición subyacente o si el síndrome requiere un tratamiento específico es fundamental para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen y permitirles, por fin, encontrar la calma en sus piernas.