El gobernador de Texas, Greg Abbott, confirmó este martes que 109 personas han fallecido y al menos 160 siguen desaparecidas tras las catastróficas inundaciones que azotaron el estado durante el fin de semana festivo del 4 de julio. El condado de Kerr, en la región conocida como el “Callejón de las inundaciones repentinas”, es el más afectado, con 94 víctimas mortales, incluidas 27 niñas y guías de un campamento junto al río Guadalupe.
PUBLICIDAD
Los equipos de rescate, apoyados por helicópteros, drones y perros, enfrentan condiciones extremas por el lodo y los escombros. Ben Baker, de los guardabosques de Texas, admitió la dificultad: “Adentrarse en estas pilas de escombros es muy peligroso”. En Hunt, epicentro de la tragedia, familiares como Javier Torres, de 24 años, buscan entre los restos a sus seres queridos; él ya encontró los cuerpos de su abuelo y dos niños arrastrados por la corriente.
Mientras el presidente Donald Trump anunció su visita para el viernes, destacando la rápida movilización de recursos, surgen críticas por posibles recortes en sistemas de alerta temprana. Expertos como Shel Winkley (Climate Central) atribuyen la magnitud del desastre a la combinación de la tormenta tropical Beryl, suelos resecos por sequía extrema y falta de personal experto en el Servicio Meteorológico.
