Una erupción solar de dimensiones colosales, cercana al millón de kilómetros de ancho, fue detectada por astrónomos esta semana. Según los primeros análisis, esta eyección de masa coronal (CME) estaría en trayectoria directa hacia la Tierra y podría impactar nuestro planeta este viernes 17 de mayo.
Los expertos advierten que el evento tiene el potencial de provocar tormentas geomagnéticas severas, capaces de afectar sistemas de navegación por GPS, redes eléctricas y comunicaciones por radio de alta frecuencia. También se esperan auroras boreales visibles en latitudes poco comunes, lo que podría ofrecer un espectáculo natural inusual para los observadores del cielo en distintas partes del mundo.
Este tipo de fenómenos ocurre cuando el Sol libera enormes cantidades de energía y plasma hacia el espacio. Si esta energía alcanza el campo magnético terrestre, puede generar perturbaciones en la magnetosfera. Aunque no representan un riesgo directo para la salud humana en la superficie, sí son una amenaza para infraestructuras tecnológicas sensibles, tanto en tierra como en el espacio.
La NASA y la NOAA mantienen vigilancia constante sobre el comportamiento de esta erupción solar. Hasta ahora, no se espera una catástrofe, pero los científicos están preparados para emitir alertas si la tormenta se intensifica al acercarse a la Tierra.