El 20 de enero de 2025 tomará posesión por segunda ocasión como presidente de Estados Unidos el republicano Donald Trump y pese a sus ofrecimientos de deportar a más de un millón de inmigrantes irregulares, el aporte de estos a la economía estadounidense y a la de sus países de origen podría matizar esos planes. Sin embargo, frente a cualquier panorama, analistas consideran necesario prepararse en bloque a favor de la comunidad inmigrante.
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El Banco de Guatemala reportó que el ingreso de remesas de enero a noviembre asciende a US$19 mil 569 millones, una cifra que probablemente superará los US$19 mil 804 millones de todo el año pasado, lo cual pone en contraste la importancia de los recursos generados por los inmigrantes para la economía nacional.
Un informe publicado en julio por el Pew Research Center destacó que la población de inmigrantes no autorizados en Estados Unidos creció a 11 millones en 2022, según nuevas estimaciones basadas en la Encuesta de la Comunidad Estadounidense de ese año.
“Tres países centroamericanos: El Salvador, Honduras y Guatemala, representaron en conjunto 1.9 millones de inmigrantes no autorizados en los EE. UU. en 2022, o alrededor del 18% del total. La población de inmigrantes no autorizados del Triángulo Norte creció alrededor de un 50% entre 2007 y 2019, pero no aumentó significativamente después de eso”, remarcó.
El documento resalta que los inmigrantes irregulares representaban aproximadamente el 4.8% de la fuerza laboral de Estados Unidos en 2022.
“La proporción de la fuerza laboral de EE. UU. compuesta por inmigrantes no autorizados es mayor que su participación del 3.3% de la población total de Estados Unidos. Esto se debe a que la población inmigrante no autorizada incluye relativamente pocos niños o adultos mayores, grupos que tienden a no estar en la fuerza laboral”, destacó el informe.
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Prepararse para contingencias
Jorge Aguilar Wong, politólogo y analista independiente, explicó que a nivel político los inmigrantes son importantes para Estados Unidos, así como para sus países de origen, por el peso que representan, incluso convirtiéndose en “caballito de batalla” para los ofrecimientos de Trump en el pasado de un muro en la frontera y ahora con la expulsión de indocumentados.
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Respecto a la economía, la comunidad inmigrante asume trabajos que los estadounidenses no realizan comúnmente. Además, sus aportes indirectos de impuestos son para servicios a los que no siempre pueden acceder y a sus comunidades en Guatemala por medio de las remesas.
“Una cosa es lo que se dice y lo que se hace... estamos hablando de millones de personas. Destinar recursos para eso toma tiempo, dinero, es una logística enorme; ofrecerlo es fácil, pero llevarlo a cabo y que tenga resultados es otra cosa. Si sucede Guatemala tiene que estar preparada y darles una verdadera atención. La gente quiere dos cosas: trabajo y paz”, concluyó.
Wong remarcó la importancia de impulsar cambios profundos, así como una mayor proactividad de la Cancillería en cuanto a su postura en Naciones Unidas y Estados Unidos, coordinados y unidos con otros actores para mediar a favor de los migrantes ante eventuales deportaciones masivas.
Asimismo, instó al gobierno a buscar un Estatus de Protección Temporal (TPS) e incluso promover alianzas para negociar a nivel centroamericano por medio del Sistema de la Integración Centroamericana (Sica).
“Trump prometió y tiene que cumplir. Si no puede por el Congreso o Senado él se va a lavar las manos. Son mecanismos que pueden complicar o facilitar las promesas”, remarcó.
Las promesas de Trump
Durante la campaña electoral, el presidente electo, Donald Trump, prometió deportaciones masivas, el cierre de la frontera sur y la cancelación de programas de acogida para su primera meta; incluso advirtió que declarará una “emergencia nacional”. Además, mantuvo la narrativa de vincular a la comunidad migrante con supuestos hechos criminales.