El Jardín Botánico de Viña del Mar, un oasis de biodiversidad y serenidad, sufrió un golpe devastador con el incendio forestal que azotó la Región de Valparaíso el viernes 2 de febrero. Conocido como el pulmón verde de la Ciudad Jardín, este espacio emblemático quedó reducido a cenizas, dejando un antes y un después que conmueve profundamente a quienes lo conocían y apreciaban.
PUBLICIDAD
Doloroso antes y después del Jardín Botánico de Viña del Mar
El impacto del siniestro es desgarrador. Cerca de 1.300 especies de plantas, incluido un árbol extinto en Rapa Nui, fueron arrasadas por las llamas, representando una pérdida irreparable para la biodiversidad regional y nacional. Además, el incendio cobró un precio humano trágico, cobrando la vida de cuatro personas, entre ellas Patricia Araya, una viverista del propio Jardín Botánico.
La historia de Patricia Araya es una de las muchas tragedias personales que se desencadenaron durante el incendio. Ella se encontraba en su hogar dentro del jardín junto a su madre de 93 años y sus nietos, de nueve y un año, cuando las llamas los alcanzaron, sumiendo a la comunidad en un profundo dolor y conmoción. Su pérdida deja un vacío imposible de llenar en la familia y en la institución que amaba y servía.
El Jardín Botánico de Viña del Mar no solo albergaba flora, sino también una rica fauna, con una laguna artificial que era hogar de cerca de 50 especies de aves y ejemplares de tortugas de orejas rojas. Esta diversidad biológica, que era un tesoro para la educación ambiental y la investigación científica, fue gravemente afectada por el fuego.
Entre las muchas pérdidas, destaca la desaparición del Sophora toromiro, un arbusto nativo de la Isla de Pascua y símbolo de la conexión entre los ecosistemas terrestres y la cultura de Rapa Nui. Este arbusto, que alcanzaba alturas de hasta tres metros, representaba una pieza invaluable del patrimonio natural y cultural de Chile.
La pérdida de vidas humanas, la destrucción de especies únicas y la devastación del entorno natural son recordatorios dolorosos de la fragilidad de nuestros ecosistemas y de la importancia de proteger y conservar nuestras áreas verdes. A pesar del dolor y la desolación, el espíritu de recuperación y reconstrucción se eleva entre los escombros.
La comunidad local, junto con autoridades y organizaciones, se unen en un esfuerzo colectivo para restaurar y revitalizar el Jardín Botánico, devolviéndole su esplendor y renovando su compromiso con la conservación ambiental y la educación. Es un camino largo y arduo, pero con la determinación y el apoyo adecuados, el pulmón verde de Viña del Mar puede volver a florecer.