El pez de las profundidades que no sabe nadar

Conocido como rape abisal, esta criatura utiliza un señuelo luminoso para cazar y posee un método de locomoción único en el oscuro abismo oceánico

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Pez rape abisal Foto: Web

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En el imaginario colectivo, los peces son sinónimo de natación. Sin embargo, en las profundidades más oscuras e inhóspitas del océano habita una criatura que rompe con esta regla fundamental: el rape abisal, también conocido como diablo negro (Melanocetus johnsonii).

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Este pez, lejos de desplazarse con la agilidad que caracteriza a la mayoría de las especies acuáticas, es un nadador notablemente ineficiente.

Su método de movimiento es rudimentario. En lugar de un nado fluido, agita su cola de manera torpe para lograr un impulso mínimo. Complementa este avance con un sistema de propulsión a chorro: absorbe agua y la expulsa a través de unas pequeñas aberturas situadas detrás de sus branquias. Esta técnica lo convierte más en un flotador a la deriva que en un nadador activo, una adaptación perfecta para su vida como depredador de emboscada en la oscuridad total.

Lo más fascinante del rape abisal es su estrategia de caza. De su cabeza emerge un apéndice, similar a una caña de pescar, que en su extremo posee un señuelo bioluminiscente. Esta luz, producida por bacterias simbióticas, atrae a presas curiosas en la negrura del abismo.

Cuando un pez incauto se acerca lo suficiente para investigar, el diablo negro abre su enorme boca y lo engulle instantáneamente. Su apariencia, con un cuerpo abultado y dientes afilados, completa el perfil de un cazador perfectamente adaptado a uno de los entornos más extremos del planeta.

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