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El terremoto de Kamchatka, aunque de gran magnitud, no causó un desastre mayor debido a la profundidad de su epicentro y otros factores geológicos.
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El pasado miércoles 30 de julio, un sismo de magnitud 8.8 sacudió la región de Kamchatka, en Rusia, una zona conocida por su alta actividad sísmica al estar ubicada en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico.
A pesar de su fuerza, el terremoto no provocó el desastre que se temía, como los tsunamis devastadores que se vieron en el Océano Índico en 2004 o en Japón en 2011. Este hecho ha llamado la atención de expertos y ciudadanos por igual.
La razón principal según Unitel Bolivia por la que el sismo no fue tan destructivo radica en su profundidad. El epicentro del terremoto se localizó a unos 20 kilómetros bajo la superficie terrestre, lo que atenuó significativamente el movimiento en la superficie del océano.
Esto resultó en un tsunami mucho menos potente de lo esperado, con olas que llegaron a medir hasta 4 metros, una altura considerable, pero lejos de los 40 metros que se registraron en el terremoto de Japón de 2011.
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Además de la profundidad, los expertos señalan que la altura de un tsunami también está influenciada por la geografía del fondo marino cerca de la costa y el tipo de terreno en el epicentro.
Otro factor a considerar es la diferencia de magnitud. Aunque la cifra de 8.8 parece cercana a la de 9.0 de los terremotos de 2004 y 2011, la escala sísmica es logarítmica. Esto significa que un terremoto de magnitud 9.0 es tres veces más fuerte que uno de 8.8, una diferencia que se traduce en un impacto mucho mayor.
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A pesar de que las alertas de tsunami se han ido cancelando en la mayoría de los países afectados, el estado de precaución se mantiene, ya que se han registrado al menos diez réplicas de magnitud superior a 5 y se espera que continúen por varios meses.