El 30 de abril de 1945, Adolf Hitler se suicidó en su búnker de Berlín junto a Eva Braun, según la versión oficial ampliamente aceptada. Sus restos, supuestamente calcinados por orden suya, fueron encontrados por el Ejército Rojo. Desde entonces, los soviéticos manejaron el caso con extremo secretismo, enterrando, exhumando y finalmente asegurando haber destruido por completo los restos en 1970. Sin embargo, nunca se mostró públicamente ninguna prueba definitiva.
En 2000, Rusia presentó un fragmento de cráneo atribuido a Hitler, pero un estudio de ADN reveló que pertenecía a una mujer joven, alimentando aún más las teorías conspirativas. La mezcla de silencio soviético, falta de evidencia clara y testimonios contradictorios ha mantenido viva la incógnita durante ocho décadas. ¿Realmente se destruyó el cuerpo o fue ocultado deliberadamente?
Hoy, a 80 años de su muerte, el destino final de los restos de Hitler sigue siendo uno de los grandes enigmas del siglo XX. Pese a los archivos y reportes disponibles, la falta de una confirmación científica sólida mantiene abierta la posibilidad de múltiples teorías. Y con cada aniversario, el misterio solo parece crecer.