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Mi mascota, mi hijo: ¿Por qué no debes humanizar a los animales?

Un experto en comportamiento animal nos expone el daño que se le hace a una mascota cuando se le trata como un ser humano.

Para muchos, las mascotas, sean perros o gatos, son su adoración. Sobre todo, en las grandes ciudades y entre los grupos más jóvenes, estos se están convirtiendo en la opción de compañía para personas en edad laboral, solteras y que quizás no quieran hijos por ahora, o así lo reveló la empresa de pronóstico de tendencias WGSN el año pasado.

De hecho, el estudio –limitado a Estados Unidos– mostraba que los millennials posponían la paternidad y para 2016 gastaron 62.7 millardos de dólares en sus mascotas. De ese porcentaje, ese mismo año, 5,41 billones se fueron en cuidados externos y estéticos para ellas, según la consultoría Franchise Help.

Esta también destaca que una de las tendencias, precisamente, es la humanización en la industria de las mascotas: de esta manera, los dueños buscan mejor calidad de comida (como la orgánica y los dulces), más accesorios, tratamientos médicos más caros y ahora incluso las mascotas duermen con ellos.

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Hay disfraces, trajes, y productos más especializados. Pero, ¿hasta dónde puede llegar un dueño en “humanizar” a su mascota y por qué?

“Hay varias razones por las que humanizamos a nuestros perros. Una de las causas es que los humanos vivimos más aislados uno del otro y tendemos a volcar todo el afecto en las mascotas", explica a Publinews Internacional el especialista argentino en comportamiento animal Claudio Gerzovich Lis, quien también hace hincapié en que los perros son mucho más humanizados que los gatos, por la razón de que son más sociables que los felinos.

"Y  uno cree en general que  hacer a su mascota feliz, es hacer lo que a uno le gusta hacer creyendo que a la mascota le gusta. El daño es importante, porque las mascotas son animales, no humanos. Si uno los humaniza, les da un manejo inadecuado, sufre de problemas como la ansiedad y cuando te da ansiedad y causa problemas a quienes conviven contigo. Vivimos en grupo, necesitamos unos de los otros. El gato es más independiente y genera más aceptación de su comportamiento por parte del humano”, añade.

Ahora, ¿qué comportamientos ansiosos se pueden ver en los perros?

“Se manifiestan a través de falta de autocontrol del animal, como ladridos, rotura de objetos y agresión”, expresa Gerzovich, que también explica qué es lo que se debe hacer para dejar de tratar a las mascotas como bebés.

“Manejar a un animal es darle lo que necesita: ejercicio físico, reglas y en tercer lugar, afecto. Pero en general, los humanos somos bastante extremistas: o damos afecto y afecto y afecto y por el otro extremo –aunque esto ya no sucede– queremos un animal que responda como robot. Por eso se usaba la violencia física contra ellos. Ahora pasa al extremo, darles afecto exagerado”, afirma.

Hay que aceptar que nuestro perro no es un peluche y eso, como dueños, puede costarnos, insiste Gerzovich. Sin embargo, explica que los animales tienen sentimientos.

“Sí sienten, por supuesto, pero en general se niega, porque el darle a los animales o aceptar que tienen sentimientos –en el campo científico– hace que muchas veces estemos más cerca de los animales de lo que queremos. Creemos que los sentimientos son solo nuestros y eso no es real”, explica.

Sin embargo, hace énfasis en que hay que comprender, más que todo, que a pesar de esto nuestras mascotas son distintas y que es necesario romper el cerco del afecto desmedido para comenzar a tratarlos dentro de su propia esencia.

Comportamientos que humanizan a tu perro:

  1. Vestirlos: “Los vestidos de los perros son necesidades de los dueños, no necesidades de los animales”.
  2. Ponerles todo tipo de adornos.
  3. Llevarlos a la peluquería.
  4. Mimarlos excesivamente, más si pasan por una situación traumática. Esto crea animales débiles mentalmente.
  5. Sobreprotegerlos.
  6. Hacerles fiestas de cumpleaños.
  7. Pasearlos en carro.
  8. Permitir que actúe como ser humano (que coma contigo, que duerma en la cama).
  9. No permitir que haga cosas inherentes a su especie, como lamerse u olisquear a otros perros. Incluso jugar con ellos.

Texto: Luz Lanceros / Publinews Internacional

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