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Darío Villanueva: "La lengua la construimos entre todos"

Se discute mucho si es o no acertado el ingreso de una palabra al diccionario. Lo hemos visto en el Diccionario de la lengua española (DLE), ¿en qué momento se puede incluir una nueva palabra y cuándo se decide eliminarla del diccionario?

Que haya discusiones con relación a las decisiones que toma la Academia es algo absolutamente normal. Nosotros, los académicos, las recibimos siempre con mente abierta porque sabemos que el idioma es propiedad de los hablantes y, en consecuencia, todos tienen legítimo derecho a opinar sobre esa plasmación de la lengua común de todos que es el diccionario. Lo que sí nos interesa transmitir es que las decisiones que la Academia toma no son arbitrarias en modo alguno. Cuando incluimos una nueva palabra o retiramos una del diccionario, cuando modificamos una definición, cuando añadimos una acepción a una palabra preexistente, lo hacemos sobre una base documental que remite a una gran base de datos que llamamos el Corpus del Español del Siglo XXI.

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¿Cómo funciona este corpus?

Consiste en que todos los años introducimos en nuestra memoria informática 25 millones de formas del español. No son 25 millones de palabras –que no hay tantas en ninguna lengua–, sino 25 millones de realizaciones de las palabras del español, un 70% tomadas de América y un 30%, de España. La fuente es oral y escrita; es decir, nos basamos en la radio, la televisión, la música, o la literatura, el periodismo, la política, la tecnología, etc. Con esto elaboramos un gran mapa del idioma, que en este momento tiene 300 millones de formas. Aplicando los criterios de frecuencia en el uso y la dispersión geográfica, decidimos si una palabra nueva tiene que incorporarse al diccionario, o lo contrario, si una palabra que está en el diccionario –a veces, desde el primer diccionario de 1726– tiene que ser retirada porque ya no tiene ningún uso operativo.

Si una palabra no está en el DLE, ¿es preferible no emplearla?

El diccionario, hasta ahora, ha sido un libro. Y un libro tiene una capacidad limitada, tiene la capacidad que le da el número de páginas y el número de matrices tipográficas que esas páginas contienen. La vigesimotercera edición del DLE que se publicó en el año 2014 es la más extensa de todas, incluye 93 mil lemas o palabras y unas 200 mil acepciones. Nunca antes habíamos llegado a esa cifra. Pero esto no quiere decir que todas las palabras del español estén ahí. En consecuencia, las palabras que no están en el diccionario, pero que tienen un uso muy vital y muy activo, son totalmente legítimas.

Sin estar en el DLE…

Sí, ahora estamos empezando a preparar una nueva edición del diccionario, la vigesimocuarta, que será totalmente digital desde su origen. Hace un mes estuvimos reunidos en Burgos en una comisión interacadémica con representantes de las Academias americanas y la Academia española para marcar la planta del nuevo diccionario. Y el nuevo diccionario, precisamente por ser digital desde su origen, no tendrá problemas de espacio. En un soporte digital uno puede extenderse todo lo que quiera. En consecuencia, muchas palabras que en este momento no están en el DLE, pero que son tan legítimas como las que están, aparecerán recogidas en él gracias, precisamente, a este avance que la digitalización nos proporciona.

Entonces, ¿qué le recomienda la RAE al hablante del español?

Lo que yo le recomendaría es que se deje guiar por su habla personal, que tiene autoridad; en cuanto a la lengua, la construimos entre todos. El trabajo de la Academia va siempre por detrás de lo que los hablantes deciden. Por supuesto, lo que también le aconsejaría a un hispanohablante es que procure depurar las palabras que utiliza, porque a veces hay fórmulas corrompidas, desviadas, inconvenientes o préstamos innecesarios de otra lengua. En eso sí que creo que todos debemos estar muy al tanto para evitar estas corrupciones; pero el hablante no debe preocuparse en absoluto porque alguna palabra genuina, perfectamente aceptable desde el punto de vista de la lengua española, no aparezca en el diccionario; la causa de que no aparezca es lo que antes le decía, la cuestión del espacio.

¿Existe algún país en el que se hable “mejor” el español?

No hay ningún país en el que se hable mejor el español que en otro, incluyendo, por supuesto, a España. Creo que la cuestión hay que situarla en el plano de lo individual, es decir, hay personas que hablan bien el español porque se esmeran en ello y porque han recibido una educación importante en el español. Ojo, no significa una educación de la escuela. Algunos de los hispanohablantes más puros y auténticos están entre grupos de población que no han recibido una educación universitaria, ni siquiera de grado medio superior, pero tienen un conocimiento implícito del idioma muy genuino, muy puro, muy limpio, y hablan, por lo tanto, una lengua verdaderamente admirable.

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¿Qué consejos nos daría para mejorar el uso del idioma?

Yo siempre remito a la educación y la lectura. Y también llamo a los profesionales de la comunicación para que se esmeren mucho en el modo en que utilizan la lengua a través de sus medios. Estoy convencido de que en una población bien educada, que además tiene hábitos de lectura y recibe una información emitida por voces conscientes de la importancia de la corrección lingüística, tendríamos un uso perfecto de la lengua española.

 

¿Qué hace la Real Academia Española (RAE)?

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  1. La Real Academia Española (RAE) se fundó en Madrid en el año 1713.
  2. Su propósito, reflejado en sus primeros estatutos, es trabajar al servicio del idioma español.
  3. El escudo de la RAE resume, en un lema propio de la época, sus fines y obligaciones: “Limpia, fija y da esplendor” a la lengua española.
  4. En octubre de 2014 publicó la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española. Puede consultarse en www.rae.es.

Número

  1. 500 millones de hispanohablantes hay aproximadamente a nivel mundial.
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* Con información de Úrsula Velezmoro.

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