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Ser “forever alone” en el Día del cariño es cool

¡No! Estar sin pareja no es algo patético.

 

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En 1962, Helen Gurley Brown publicó un libro, a todas luces, revolucionario: “El sexo y la chica soltera”. Escribía lo que muchas mujeres hicieron por años (como los hombres): tener varias parejas sexuales antes del matrimonio y gozar de su vida íntima. Por supuesto, el texto fue un superventas y valió que Gurley Brown hiciera de la revista “Cosmopolitan”, una de las publicaciones abanderadas en cuanto a la libertad sexual de las mujeres y su soltería.

Décadas después, Carrie Bradshaw y compañía, creadas por Candace Bushnell en “Sex And The City”, mostraban cómo los solteros, de cara al nuevo milenio, podían vivir con comodidad económica, sin preocupaciones y buscando nuevos caminos. Claro que esos principios quedaron traicionados al casi todas las chicas conseguir al “amor de su vida”, salvo Samantha Jones, quien era el raro espécimen que adoraba seguir soltera a los 50 años porque, sencillamente, se amaba más a sí misma.

Pero desde ahí, nada: infinitas producciones culturales muestran lo “patético” que es estar soltero, siendo un gran logro conseguir a alguien que te ame o casarte. Y qué mejor que mostrar el trofeo en San Valentín. Incluso, con el advenimiento de los memes en 2010, la figura del dibujante Rage Boy, llamada “forever alone”, fue adjudicada a los sujetos que no solo eran torpes socialmente, sino que además no podían conseguir pareja. Y, como cada año, el “forever alone” es objeto de burlas en una fecha que es meramente simbólica y comercial.

“San Valentín debería ser el espacio para celebrarnos a nosotros mismos, como lo deberíamos hacer cada día, no solo por una fecha comercial. Esto es un estado de descubrimiento personal y de absoluta libertad de conocer y de sorprenderse con las conexiones que podemos generar. Para algunos es una situación complicada, pues el tiempo de la soltería se ha extendido más de lo deseado. La cultura popular ha encontrado en ello un motivo de ironía con el ‘forever alone’, y con ello las celebraciones del amor de pareja se hacen tortuosas, pues nos recuerdan la asociación de soltería con soledad, y con una soledad que no soportamos porque es eterna. Y esta asociación es ilusoria, porque incluso en la soltería es posible aprender a amarse. Solos, pero nunca desolados”, explica Álvaro Bonilla, “NAXOS” psicólogo y fundador del blog latinoamericano “El arte de la seducción”.

Esta fecha no es “rosita”

Por otro lado, y con gran ironía, el origen de la fecha en sí misma va más allá del amor vainilla convencional. De hecho, se hacía para gente “forever alone” en tiempos en los que el matrimonio y la monogamia eran más un contrato que un vínculo verdadero. “En la Antigua Roma, en esta misma fecha, existían unas fiestas paganas que honraban al amor causal y al sexo más libertino, llamadas las fiestas lupercales. Una tradición romana que alzaba por todo lo alto el sexo y que no hablaba de corazoncitos ni de chocolates. En ellas triunfaba el deseo y el buen sexo por encima de las convenciones, los matrimonios por conveniencia y las horribles costumbres históricas de estar mal acompañado por los siglos de los siglos”, afirma la investigadora sexual María Paz Ruiz.

Si ustedes odian el azúcar, los ositos y los bombones, pueden…

  1. Celebrar el Quirkyalone Day. Se creó en 2003 y está basado en el libro de Sasha Cagen llamado “Quirkyalone: A Manifiesto For Uncompromising Romantics”. No es una fiesta anti-San Valentín, pero quiere ser una propuesta alternativa en la que también caben parejas. Se inició en San Francisco y Nueva York, entre otros lugares. Hoy, la iniciativa está en 40 ciudades del mundo.
  2. Unirse a cualquier cosa Anti-San Valentín.
    Si les da mucha pereza adherirse a una iniciativa de esas y prefieren destilar veneno en redes sociales, pueden unirse a páginas como “Cupid Sucks” o a cualquier fiesta en contra de la celebración. Porque, si hay algo tan intenso como el amor, es el odio.
  3. Cenas para uno. No suena tan deprimente como piensan. Si tienen dinero y son como Julia Roberts en “Comer, rezar y amar”, pueden irse al restaurante Per Due en Vancone, que es el restaurante más pequeño del mundo. Tiene una sola mesa, les dan fuegos artificiales personalizados y pueden dar paseos por la comarca. Con nadie. Absolutamente a solas.

Luz Lancheros/Publinews Internacional.

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