Guillaume Néry, el apneísta francés y genio de las profundidades marinas

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“¡La gente se imagina un yogui que come tofu, son alucinantes los clichés sobre la apnea!”, comenta el apneísta francés Guillaume Néry, estrella mundial de esta disciplina, en su Niza natal.

Lejos de los estereotipos, el atractivo joven de 33 años creó un modelo económico viable que le ha permitido realizar su sueño y vivir de este deporte extremo en la Costa Azul.

Néry desmonta otros mitos arraigados desde la exitosa película de Luc Besson “Le Grand Bleu” (El Gran Azul, de 1988), sobre la amistad y la rivalidad entre dos estrellas del buceo libre, mientras se termina el plato de espaguetis carbonara de su vecino de mesa, cobijado del intenso sol. Está dispuesto a cruzar el mundo en avión para ir a bucear a Tahití y rechaza, riendo, que se le equipare con un hombre pez.

Aunque, en un principio, pueda parecer entrenamiento físico, el deporte de la apnea se basa principalmente en la relajación mental del individuo, la buena alimentación e hidratación, el fomento de los reflejos mamíferos en humanos.

“Un pez respira bajo el agua. El mundo submarino no es mi casa”, declaró, hablando más bien de “momentos ya pasados pero de una tremenda intensidad” a 125 metros de profundidad (su récord).

Aunque el nadador tiene los pies en la tierra. Sabiendo que no podía vivir de la apnea de competición, a pesar de haber sido campeón del mundo en 2011 y cuatro veces plusmarquista mundial, montó su pequeña empresa, la sociedad Blue Néry.

“Cuando tenía 14 o 15 años dije ‘quiero la vida de (la leyenda de la apnea Umberto) Pelizzari’, mi modelo. Hoy, vivo de mi imagen”, explicó.